Una nueva descarga química está envenenando las aguas del ya contaminado río Tapia.
Desde un desagüe ubicado en una de sus orillas, un líquido blanquecino sale para caer directamente en el cauce del río, que nace en las faldas del cerro Bandera, se une al río Tocumen y termina en la bahía de Panamá.
Lizandro Arias, director de la región metropolitana de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam), informó que la institución revisará el área para determinar el tipo de contaminación y de dónde proviene.
El desagüe está cerca de la planta que Papelera Istmeña tiene en Pedregal y, al consultarle al gerente general de la empresa, Javier Miró, sobre el líquido extraño, el empresario dijo que no tenía información al respecto y que la empresa ha invertido más de 2 millones de dólares en sistemas de tratamiento de aguas residuales.
Vale decir, sin embargo, que sobre Papelera Istmeña pesa una gestión de cobro de 8 mil dólares impuesta por la Anam en 2007 por cometer infracción ambiental en el río Curundú. Papelera Istmeña tiene sus oficinas principales en La Locería, y en marzo del año pasado se realizó una investigación que determinó que el líquido grisáceo encontrado en el río Curundú era "descarga cruda" proveniente de la planta de la compañía.
Miró señaló que la resolución de la Anam fue apelada porque "la consideramos injusta ante la buena disposición de la empresa" para adoptar sistemas de tratamiento. El empresario sostuvo que lo que ocurrió en aquel momento es que la compañía no tenía un lugar para depositar sus desechos.
De acuerdo con los estudios de calidad del agua realizados por la Anam, el río Tapia presenta niveles entre "regulares" y "muy malos" en distintos puntos de su cauce.
Precisamente donde se encuentran las aguas teñidas de blanco –por el sector de Montería, en Pedregal– el índice de calidad marca entre 20 y 30 (entre malo y muy malo). Una buena calidad de agua marca entre 71 y 90, mientras que el mejor índice está entre 91 y 100.

