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El Tuira y el Chucunaque: entre abandono y desidia

El Tuira y el Chucunaque: entre abandono y desidia
El Tuira y el Chucunaque: entre abandono y desidia

María vive en un pequeño apartamento del piso 14 en el edificio Tuira. Ella sube y baja a diario en un viejo ascensor que dice tener capacidad para seis personas, pero en realidad solo puede con tres residentes. Junto con sus vecinos, María se arriesga al usar este viejo aparato, cuyas estructuras son una trampa de muerte.

A medida que va subiendo, el ruido y el vaivén confirman que el aparato es una lata vieja. Cada vez, el temor de quedar atrapada se apodera de María. Ella vuelve a respirar cuando el elevador llega al 14, el último piso.

Para María, de 81 años, este ascensor es imprescindible, ya que subir tantas escaleras con paquetes de supermercado sería una misión imposible para ella.

Hace tres años el aparato no funcionaba, de modo que tenía que pagar para que le llevaran los cartuchos y solo bajaba para cuestiones muy necesarias, como acudir a sus citas médicas.

Entre malos olores, basura, filtraciones, barandales oxidados y falta de ascensores, viven María y más de 2 mil personas en los edificios Tuira y Chucunaque. Se trata de estructuras ubicadas en la céntrica vía Ricardo J. Alfaro, y que datan de la década de 1970.

En ambos edificios impera un olor entre querosén y kangarú. En el edificio Tuira, el veragüense Viviano Sánchez –un hombre de mediana estatura que es el encargado de mantener el lugar limpio desde hace 16 años– dice utilizar estas dos sustancias para desinfectar el área, mitigar los malos olores, alejar las moscas y los roedores que llegan por la acumulación de basura.

Al visitar el lugar se observa una vieja estructura que por años no ha recibido un mantenimiento adecuado. En el inmueble solo funciona un ascensor para las dos torres que albergan 203 apartamentos, en los cuales viven personas de todas las edades.

En el piso 14 nos encontramos con Norma Forber, quien a sus 69 años lucha por mantener las mínimas condiciones sanitarias para vivir. Ella tiene 35 años de residir en el Tuira, tiempo que le da el mérito de ser la presidenta de la junta directiva del multifamiliar.

Forber señala que el problema radica en que las personas que alquilan el apartamento no pagan mantenimiento, y los propietarios tampoco. Estos últimos se justifican alegando que ya no viven allí. El costo del mantenimiento es 10 dólares mensuales por apartamento, comenta.

Sin embargo, hay residentes que deben hasta 2 mil dólares de mantenimiento, sin aceptar que en realidad ese dinero es para conservar el área.

La mensualidad de estos apartamentos en la década de 1970 era de 80 dólares. Ahora, los propietarios cobran alquileres de 200 dólares mensuales.


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