La escena es conmovedora. La madre y sus cachorros se acurrucan sobre una roca. Ellos la buscan, estiran sus hocicos para que las narices se encuentren. Ella los olfatea, los lame, parece querer cerciorarse a cada momento de que están vivos y bien. Ellos la siguen. Juegan. Parecen felices.
Nadie creería que hace dos años esta misma osa amorosa mató y se comió a su primera cría.
Lo que se ve hoy es un raro resultado feliz y atípico en una especie cuya población está decreciendo en el mundo.
‘Aisaqvaq’, así se llama la osa polar, dio a luz a sus dos oseznos el lunes 30 de noviembre de 2009 en el zoológico de Saint-Félicien, en Quebec, Canadá.
Debido a los antecedentes, los científicos y los encargados del zoológico tomaron medidas extraordinarias para que la trágica historia de su primer cachorro no se volviera a repetir.
Los cuidadores del zoo empezaron a hacer observaciones cada hora desde que se supo que la osa esperaba cría, supervisando cada uno de sus movimientos con la ayuda de ocho cámaras de control, informaron los medios canadienses.
El pasado martes 2 de junio, siete meses después del nacimiento de los cachorros, el zoológico permitió por fin que el público tuviese acceso al recinto donde está la familia polar.

