Al grano: De historia, letras y desidia



Al grano: De historia, letras y desidia

En los países desarrollados, las bibliotecas son patrimonio nacional. En países donde valoran que haya un lugar que organice y conserve el patrimonio bibliográfico que refleje el desarrollo del país. En países que entienden que la cultura es importante para que los ciudadanos se formen su criterio y que entienden que los cuentos no hay que comérselos sino que leerlos.

Claramente ese no es el escenario en Panamá. Aquí tenemos poco que leer y eso poco tampoco lo entendemos. En la última prueba Pisa, en lectura, la materia más importante, subimos 4%, pero hay que aumentar 15% para llegar al mínimo. Nuestros jóvenes (los que saben leer) no entienden lo que leen. Aquí la Biblioteca Nacional tiene, a decir verdad, colecciones de libros, periódicos, manuscritos y mapas súper valiosas, que no se encuentran en ningún otro lugar. Pero por la desidia y el poco importa de los gobiernos, se espera que en menos de cinco años colapse. Igual que la gran mayoría de las bibliotecas en el país.

A ver. La Biblioteca Nacional nació en 1942 adscrita al Meduca. En 1997, al entonces presidente Pérez Balladares se le ocurrió que las bibliotecas públicas y la Nacional las manejara una fundación: la Fundación Biblioteca Nacional. Ese gobierno le entregó a esa fundación un capital semilla de $7 millones del que solo quedan $2.3 millones, y el gobierno, por conducto del Meduca, se comprometió a entregar una suma anual y a pagarles a los empleados de las bibliotecas.

Pero como los libros no dan votos, los gobiernos dan cada vez menos plata. ¿Recortes? Ahí mismo. Meduca, por ejemplo, tenía que darle $200 mil a la fundación a finales de 2023. En teoría por la crisis minera, le mocharon $100 mil.

En consecuencia, las bibliotecas han ido cerrando. Eran 61: ya quedan 34. Y las últimas 16 han cerrado por falta de personal. El coronel no tiene ni quien le escriba ni quien le cuide las letras. Los empleados se jubilan o son despedidos y el Meduca no los reemplaza, y los lugares donde están las bibliotecas pertenecen a los municipios que han empezado a reclamarlos.

Pero hay algo que agrava todo, y es que desde el 2022 las bibliotecas están pasando del Meduca al Ministerio de Cultura. Y no ha habido forma de que eso pase. El traslado del presupuesto debía haberse aplicado en 2024, pero el gobierno saliente no trasladó las partidas al Ministerio de Cultura. Así que en esas andan: recogiendo limosnas aquí y ya. Y, claro, están los empleados aterrados porque no saben si los botarán.

Y entonces está la fundación pellizcando de a poquitos el poco capital semilla que les queda, y que se les acabaría este año. Y lo usan en lo básico: pagar empleados, pagar los locales y el mantenimiento, la luz, el agua y el teléfono, y digitalizar lo que les llega (que se va deteriorando). Para la modernización no hay y para la preservación, restauración y encuadernación, menos. Para almacenar digitalmente, mucho menos. La renovación de la página web se hizo gracias a una donación privada. Así estamos, en este país en el que hay para los despilfarros más burdos.

Para que entendamos la gravedad del asunto… No hay WiFi en la Biblioteca Nacional. Lo están pidiendo donado… y ni así. Se acabó el espacio para los libros y el terreno no se los han cedido. Están de precaristas en el Parque Omar. El espacio está disponible, pero sin plata para la construcción, ¿de qué sirve? Y el Despacho de la Primera Dama del gobierno pasado… también les dijo no.

Y eso que esa es la biblioteca más importante. En Herrera las bibliotecas públicas de Chupampa y Santa María llevan más de 5 años cerradas. En la de Los Pozos el municipio construyó el nuevo edificio, pero ahí está el cascarón y ya… desde hace más de siete años. Vaya usted a saber dónde están los libros y el mobiliario. Y en la de La Arena, el edificio lo van a tumbar para hacer una sala de velación, y solo dejarán 44 metros cuadrados para la biblioteca. 2 en uno, ¿qué tal?

En Los Santos, la biblioteca pública de Pedasí está cerrada hace cinco años porque la encargada se jubiló. La de La Palma lleva más de seis años cerrada y las colecciones y el mobiliario tienen moho. En esa hasta están esperando que el Sinaproc y el Minsa hagan una visita para ver si es seguro para quienes van.

Nueve bibliotecas públicas de la Comarca Guna Yala han cerrado, y solo queda activa la de Narganá. De nuevo, falta de personal.

En Colón, la biblioteca Mateo Iturralde fue cerrada (tras ser ocupada por otras instituciones y funcionarios incluyendo Bolota) y se trasladaron los libros al Colegio Abel Bravo.

En todo el país las colecciones están obsoletas y deterioradas, no se conservan como deberían, cada vez hay menos bibliotecarios y están menos preparados. Y así, va muriendo la poca cultura que tenemos. Un problema que podría resolverse con una inversión de $1.8 millones al año… y una onza de voluntad. A ver si con el nuevo gobierno sí.


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