Los cambios son inevitables, es cierto. Pero hay algunos que, como dice el sociólogo Raúl Leis, son muestra de la "descomposición" cultural que experimentan las sociedades.
Uno de estos cambios no tan positivos –y que valdría la pena rescatar– es la costumbre, ya casi perdida entre los hombres, de cederle el asiento a una mujer en un autobús o abrirle las puertas.
Y es que esto es lo que ocurre todos los días en cualquier "diablo rojo" de la ciudad: Una señora, visiblemente enferma y con casi 70 años, va de pie en el pasillo de un autobús de la ruta Torrijos-Carter-Transístmica. Ningún hombre se levanta al verla subir, algunos se miran, y la señora se queda parada.
Otra mujer, de unos 30 años y con un bebé en brazos, se suma al grupo de pasajeros y no hay asientos vacíos. Es otra mujer la que finalmente decide levantarse y ofrecerle el puesto.
Leis destaca que este problema se debe al deterioro de las relaciones humanas y a la pérdida de la solidaridad como valor universal. "Hay mucho individualismo. El tener, antes que ser, genera esta especie de descomposición cultural", explica.
Leis asegura que Panamá es uno de los países con menor capital social, lo que significa que no hay vida comunitaria, y nadie piensa en ayudar al que necesita apoyo, porque prefiere su comodidad. "Ese valor tradicional de la caballerosidad se está perdiendo; son contados los hombres que aún le ofrecen el puesto a una mujer. Es una lástima", dice Leis.
Pero Julio Montes, de 47 años, no piensa igual. "Yo cedo mi puesto cuando se amerita", recalca. "Si hay mujeres que van de pie y se ven en buenas condiciones físicas, ¿para qué darles el asiento?", se pregunta. Además, dice, hombres y mujeres trabajan por igual hoy día.
Pero Leis piensa que, aunque es cierto que los varones están agotados por su trabajo, "no es excusa para que el valor y la cultura del hombre se desmoronen de esa forma".
Carlos Igualada, por su parte, sí cree en la caballerosidad y por eso cede el puesto cada vez que puede. "Lo primero que hace la gente es mirarte. Luego se dan cuenta de que se puede ser educado dentro de un transporte masivo", dice orgulloso Igualada.
Otras voces
Alicia Padilla, educadora jubilada, cree que la falta de cortesía se debe a que los hombres se han tomado a pecho la llamada independencia femenina. "Si un hombre va de pie, la mujer también puede hacerlo...". Así están pensando muchos hombres, asegura Padilla.
La educadora señala que la falta de cultura, la mala educación y el egoísmo son los ingredientes de este fenómeno. "No lo veo aceptable. Hay que tener consideración con la mujer embarazada, con los ancianos y con los convalecientes que abordan el transporte colectivo", agrega.
"El caballero siempre debe ser caballero con la dama, aunque pasen los siglos; y la mujer nunca debe perder su delicadeza", puntualiza la profesora.
Tanto Padilla como Leis piensan que se debe promover un rescate activo de los valores, y en esta tarea los medios de comunicación y las escuelas tienen un papel importante.
