Más que llamar la atención y obtener "conquistas" laborales –como se hacía en los mejores tiempos de la producción del "oro verde" en Barú–, ahora los paros afectan directamente al trabajador, cuya paga merma por ausentarse para participar en las actividades gremiales.
Desde 1960, el Sindicato de los Trabajadores de la Chiriquí Land Company y Empresas Afines (Sitrachilco) utilizó esa medida de fuerza para pelear por los intereses del trabajador frente a las transnacionales que operaron en la región durante más de ocho décadas.
En la primera huelga bananera, ocurrida ese año, se exigían mejores viviendas, mejores condiciones sanitarias y aumento del salario mínimo a 40 centavos por hora, según datos obtenidos en la obra Historia humana y económica de Puerto Armuelles del desaparecido periodista Miguel Miralles.
El 30 de junio de 2003, la historia sindical cambió en Puerto Armuelles. Ese año los trabajadores conformaron la Cooperativa de Servicios Múltiples de la Puerto Armuelles Fruit Company (Coosemupar) y obtuvieron los activos de la empresa.
Ahora las finanzas de la Coosemupar se mantienen en "cuidados intensivos" con un déficit de 12 millones de dólares y se requiere de una transfusión de dinero fresco. Diversas causas han impedido que la cooperativa sea fructífera y alcance su punto de equilibrio.
El Sitrachilco convocó a un paro de labores el pasado 17 de febrero, lo que produjo pérdidas significativas en la actividad. Los 2 mil 800 trabajadores dejaron de percibir más de 14 mil dólares en salarios.
Con los números rojos que muestran las finanzas de la bananera, el Gobierno decidió intervenir la Cooperativa. Luego se habló de una negociación que pone en desventaja a la cooperativa frente a la transnacional Chiquita Brands, compradora del banano. El Gobierno actualmente negocia ajustes en esos acuerdos.
Sin embargo, la paralización de la actividad y la aplicación de otras medidas de presión no favorece esa negociación, dice Virgilio Vergara, gobernador de Chiriquí. "Ellos mismos van a cavar la tumba de su empresa, si no cambian de actitud".
"Estamos tratando de ayudarles para que superen la crisis financiera en que están sumergidos, pero ellos deben meter el hombro trabajando también", recalcó Vergara.
Sixto Gutiérrez, presidente de la junta directiva de la Coosemupar, cree que el trabajador o asociado de la cooperativa aún no comprende la nueva figura económica y todavía tiene la idea de que con paralizar las labores conseguirán llamar la atención de la transnacional Chiquita Brands y del Gobierno.
"Ya no trabajamos para una transnacional, sino para nosotros mismos, estos paros son como si yo me pusiera en huelga en mi casa porque no hay qué comer", recalcó.
Mientras tanto, Salustiano De Gracia, secretario general del Sitrachilco, aseguró que con el paro del 17 de febrero la gente estaba de acuerdo y mostraba su cara de complacencia. "Aquí no se obligó a nadie a dejar sus labores, las cuatro horas que no laboraron se repusieron el domingo siguiente y sus salarios no reflejaron recorte alguno", indicó.
(Vea Historia de huelgas y pérdidas económicas)
