Brunch Dominical

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Las protestas y cierre de vías en contra de la minería van a cumplir un mes. LP/Elysée Fernández


Alguien dijo una vez que la ignorancia es una carga muy pesada, pero quien la lleva no lo sabe. Entonces, lo ocurrido en el último mes viene a ser como un paquete lleno de ejemplos de lo que no conviene al país, solo que la izquierda recalcitrante no se da por enterada. En lugar de aprender algo de ello, sus integrantes siguen balbuceando los mismos desvaríos que han repetido desde el comienzo y aparentemente con nuevos bríos, porque han anunciando que endurecerán los cierres de vías a partir de mañana lunes, hasta que se “derogue” la Ley 406 de 2023. Todo indica que lo más prudente y estratégico es aguardar la decisión de la Corte Suprema de Justicia en relación con las demandas de inconstitucionalidad de esa ley, y así lo ha entendido la mayoría de los sectores del país (hasta el actor Leonardo DiCaprio, que no es panameño ni vive aquí). Derogarla mediante otra ley, antes de que se dicte la sentencia, sería tan perjudicial para el país, que ni los diputados se atrevieron a seguir adelante con una idea tan descabellada.

Entonces, hay que preguntarse cuál es la verdadera motivación de los sindicatos obreros, docentes y organizaciones comarcales para promover el caos y hacernos daño a todos, incluyendo a los sectores de la población a la que dicen representar. Es muy probable que a aquellos que tienen tantas cuentas bancarias, que ahora no saben qué hacer con ellas, les importa un pepino - o todos los vegetales del país- con lo que nos pase, porque los argumentos a favor de los irracionales cierres de vías no soportan el mínimo examen. Después de todo, es infantil sostener que la Corte Suprema fallará más rápido solo porque mañana las calles amanecerán cerradas. ¿O sí? Cada vez quedan menos dudas que este secuestro que tiene al país entero como rehén sea una maniobra para beneficiar a alguna propuesta electoral (a costa de las garantías constitucionales de los ciudadanos) o forme parte de un discurso politiquero impulsado por alguna agenda foránea. Porque si los cierres de vías fueran tan buenos, ¿por qué será que los hacen frente a hospitales y universidades, y no en las calles donde residen Saúl Méndez o Maribel Gordón?

Así es como estos grupos pretenden imponer en las calles lo que no han podido lograr por la vía del voto popular. Para muestra, Maribel Gordón, su actual candidata presidencial por la libre postulación. Gordón fue la compañera de fórmula de Genaro López y Saúl Méndez en 2014 y 2019, respectivamente, ambos postulados por el Frente Amplio por la Democracia (FAD). En la primera de esas elecciones, el FAD obtuvo 11,127 votos (0.6% del total) y en la segunda, 13,540 votos (que también representaron el 0.6%). Eso es menos significativo que la cantidad de votos emitidos en blanco o que resultaron nulos. De hecho, en ninguno de esos comicios, el FAD logró la cantidad mínima de votos para subsistir como organización política, por lo que el Tribunal Electoral declaró su extinción. Si nos ponemos a ver, con sus simpatizantes a nivel nacional no se llena ni la mitad de las tribunas del estadio Rommel Fernández. Si eso es poco para un partido de fútbol, imaginen lo que representará para un partido político. En una carta pública al presidente Laurentino Cortizo, Gordón dice que el gobierno impuso el contrato con Minera Panamá, “desconociendo e irrespetando la voluntad del pueblo”. Aunque quizá nadie diputará la veracidad de esa afirmación, esas palabras también se aplican en toda su extensión al proceder de Gordón y sus adláteres. Si ya se acabó la fiesta de disfraces, entonces que ya se quiten las máscaras.


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