FOLCLOR. EL CEMENTO REEMPLAZÓ AL BARRO.

Una casa para el recuerdo

Una casa para el recuerdo
Una casa para el recuerdo

La casa de quincha, que durante más de un siglo fue considerada como la "residencia de lujo" del campesino de la península de Azuero, está en vías de desaparecer.

El barro, la cañaza y las tejas –materiales utilizados en estas construcciones– han sido reemplazados por el cemento, el hierro y el zinc.

Aunque no se conoce con exactitud cuándo se construyeron las primeras casas de quincha, los campesinos de Herrera y Los Santos ligan su aparición a la llegada de los españoles.

Afirman que desde entonces los ranchos de horcones y palmas se cambiaron por el adobe y las tejas.

GÉNESIS

Un estudio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panamá señala que estas construcciones son producto de una combinación de elementos arquitectónicos que involucra a los grupos indígena, hispánico y africano.

Los campesinos de la región de Azuero comprobaron que los nuevos materiales eran más durables y ofrecían mayor protección contra el sol, las lluvias y el viento.

Fue así que empezó su auge y se convirtieron en parte del paisaje de poblados, como por ejemplo La Villa, Guararé, Macaracas, Ocú y Parita, entre otros.

Se estima que entre 1860 y 1960 proliferó la aparición de estas viviendas en la región central del país.

Construir una casa de quincha era todo un acontecimiento, tanto de índole social como cultural. Implicaba la cooperación de mucha gente y, al final, la jornada se tornaba en una gran fiesta con bebida y comida.

ESTRUCTURA

El carpintero Adolfo Gracia, que dedicó 60 años de su vida a la construcción de estas estructuras de barro y paja en la provincia de Los Santos, extraña los días en que afilaba el serrucho para cortar la madera y moldear las piezas necesarias.

Gracia aprendió de sus antepasados el modo correcto de preparar el barro para las tejas y las paredes.

Recuerda que ubicaron un terreno que tenía el barro ideal para confeccionar las tejas. Esa tierra la mezclaban con estiércol de caballo y agua. De esta combinación obtenían una mezcla resistente que colocan en moldes ovalados, llamados galápagos.

"Para lograr buenas tejas, había que meterlas en un horno por tres días, así adquirían el temple y la resistencia", explica Gracia.

EQUIPO

Así, mientras algunos hombres trabajaban en la industria de las tejas, otros tallaban la madera de cedro para confeccionar las diferentes piezas: cadenas, tiras, vergüenzas, enfaldas y pilares, entre otras necesarias para montar el armazón.

Gracia recuerda que en la década de 1960, y antes de que se construyeran los "jardines de baile", los músicos hacían sus presentaciones en estas casas.

Hoy, el carpintero de 86 años reconoce que de aquellos años queda muy poco, y afirma que la comodidad de los nuevos materiales ha hecho populares las casas de concreto.

(Vea La tradicional ‘junta de embarre’ panameña)


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