En el Aguacate, una comunidad turística en el corregimiento de Tierra Oscura, a una hora en lancha desde la isla de Bocas del Toro o desde la comunidad portuaria de Almirante, la población está aterrorizada porque un asesino en serie convivió con ellos, y ahora nadie conoce su paradero.
Un morador que pidió reserva de su nombre dijo que el hostal Villa Cortez –en cuyos terrenos aparecieron un cuerpo y una osamenta– pertenecía hace cuatro años a Mike Brown, hasta que apareció William Adolfo Cortez Reese, un supuesto holandés quien habría comprado la propiedad. Tres días después de esta transacción, “desaparecieron” Brown, su esposa de origen chino Nan y su hijo Watson, de 16 años.
Nunca más se ha sabido de ellos.
Un pescador contó que un día llegó a buscar a Brown, y al que encontró en el hostal fue a Cortez Reese –conocido como Wild Bill–, quien le anunció que él era el nuevo propietario.
Pero los Brown no son los únicos. La estadounidense Cher Lynn Hughes, quien –como Mike Brown– tenía una propiedad en la isla, “desapareció” hace unos tres meses. Aquí también está el testimonio de un pescador que dice haber ido a buscar a Cher Lynn a su casa, y quien le abrió la puerta fue Cortez Reese, el nuevo “dueño”.
El cuerpo de ella apareció esta semana en una fosa, junto con unas osamentas que no han sido identificadas, pero se cree corresponden a Bo Icelar –otro inversionista extranjero desaparecido en Bocas– o Mike Brown.
Los moradores también recuerdan las fiestas que hacía Cortez Reese en “su” casa, con su esposa Jena (ambos ahora prófugos y armados). El hombre solía disparar con un arma de grueso calibre, “al estilo Pancho Villa”.
Todos sospechan que en el patio del supuesto holandés hay más cadáveres enterrados. Una vez vieron ingresar a la vivienda a un señor “discapacitado o cojo”, y nunca salió. Se quejan también de que hay muy poca vigilancia policial, tomando en cuenta que los Cortez podrían no estar muy lejos: el miércoles, llegó una lancha que cargó con varias cosas de la casa.

