Los consulados panameños son despachos que despiertan la codicia. El solo mencionar algunos de ellos pone a fantasear a no pocos. Y para quienes saben lo que ese nombramiento puede hacer en la vida del afortunado, esas fantasías no están ajenas a la realidad.
Los cónsules, además del salario y otros honorarios que devengan, cobran comisiones de lo que factura cada legación. Es una prerrogativa que les concede la ley, que establece que que las oficinas consulares –como parte de su remuneración– tienen derecho a un porcentaje de lo que hubieren recaudado mensualmente.
Gracias a ello, algunos cónsules devengan salarios y comisiones que en ocasiones sobrepasan los 20 mil dólares al mes. Entre ellos, Pireos, Manila, Tokio y Seúl. Se trata de las "grandes ligas" del servicio exterior panameño. Fueron muchos los aspirantes, pero pocos los elegidos.
Ser cónsul en una de estas ciudades, desde el punto de vista salarial, es mucho más excitante que ostentar el cargo en ciudades soñadas como Barcelona, París, Venecia, Nápoles o Roma; o en ciudades exóticas como El Cairo o Estambul, donde los honorarios son más que modestos.
¿Y qué se necesita para ser cónsul? No importa, al parecer, la profesión u oficio del aspirante: puede ser doctor, banquero, abogado, economista. Ni siquiera hay que ser político.
Puede que militar en el partido en el poder ayude, pero a juzgar por la lista de cónsules panameños, las motivaciones del presidente, Martín Torrijos, a la hora de firmar los nombramientos no parecen estar muy claras, salvo que varios de ellos son personas del entorno más cercano del gobernante.
Lo que parece cierto es que los honorarios de algunos cónsules panameños se encuentran entre los mejores del Estado, muy por encima que el del Presidente, el de los ministros, el de los diputados o de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Vea Cónsul: el puesto dorado del servicio exterior
