Daniel Samper se dedicó muchos años a buscar versos malos. Y los publicó. Versos chuevos es el nombre de la obra que, dijo, pronto llegará a Panamá. Pero mientras hace el viaje, Samper leyó algunos.
Dijo que cuando uno tiene 15 años, empieza por leer a Julio Flores, "un poeta horrible, colombiano, que le hacía versos a la madre, y yo creo que la madre murió de los versos que él le hacía...". Otros han hecho versos políticos como éstos: Estoy enfermo y me siento muy mal / Y lo que más me duele / Es dejar a mi madre / Y al gran Partido Liberal.
O este otro: De luto está, de luto está / La liberal bandera / Porque se ha muerto / El general Herrera. / Y como si eso no fuera bastante / Está muy mal /El general Bustamante.
Cuando fue asesinado el general Rafael Uribe Uribe, circuló esta estrofa luctuosa en Bogotá: Asesinos Galarza y Carvajal / Que mataiste brutalmente a Rafael /Si no hubierais hecho tal /Cómo estaría contento en el Senado él.
Algunos otros echaron mano a los versos para hacer publicidad: Mire bien este ataúd / Que puede ser para Ud.
El laico español José María Carulla hizo una versión en verso de la Biblia: Nuestro señor Jesucristo / Nació en un pesebre / Donde menos se espera, /Salta la liebre.
Y este otro: Entonces Cristo se fue / A la ciudad de Betulia / Como quien se va / A un café o a una tertulia.
Y terminó con la siguiente historia: Pedro Muñoz Seca fue un comediógrafo que vivió en un edificio en Madrid. Los hijos del portero del edificio –que había fallecido días antes– le dijeron que su madre también había muerto y que sería enterrada en la misma tumba de su esposo. Por ello le pidieron un epitafio para ponerlo a la tumba de ambos.
Don Pedro accedió, pero el epitafio debía ser aprobado por el obispo de Madrid. Don Pedro escribió: Fue tan grande su bondad, / Tanta laboriosidad y la virtud de los dos / Que están con seguridad / En el cielo junto a Dios.
La diócesis dijo que no, que solo Dios podía decidir si irían al cielo. Don Pedro escribió otro: Mueren muy junto los dos / El uno del otro en pos / Donde va siempre el que muere / Pero no están junto a Dios / Porque el obispo no quiere.
La diócesis se negó. Era una burla, contra el obispo dijeron. Don Pedro, escribió entonces el siguiente y final epitafio: Flotando sus almas van / Por el éter, débilmente / Sin saber qué es lo que harán, / Porque, desgraciadamente, / Ni Dios sabe dónde están.
