José Raúl Mulino, el presidente de la República electo, ganó la contienda con los votos que le transfirió Ricardo Martinelli, el exgobernante que se encuarteló en la embajada de Nicaragua, luego de que lo inhabilitaran para participar en las elecciones del pasado domingo 5 de mayo, por la condena a más de 10 años de prisión por lavado de dinero en el caso New Business.
Nicaragua, la sede de campaña
La embajada de Nicaragua, ubicada en el barrio La Alameda, corregimiento de Betania, fue una especie de centro de campaña de Mulino, quien originalmente era el candidato a vicepresidente de Martinelli. Desde la embajada, Martinelli tomó decisiones sobre la estrategia política para llevar al triunfo a su delfín, grabó cuñas para decirle al electorado que Mulino es Martinelli y Martinelli y Mulino, y hacía reuniones políticas con representantes de su oferta electoral, claves para la victoria del 5 de mayo.
Sin ningún reparo, Martinelli pisoteó las convenciones internacionales sobre el asilo, que prohíben el proselitismo desde una sede diplomática. Ignoró todos los llamados que le hizo el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el tema.

“Eso no lo habíamos visto con estas características en ningún otro lugar”, dijo en marzo pasado el politólogo Daniel Zovatto en una entrevista con La Prensa. “Lula (presidente de Brasil) estuvo detenido, pero no con sentencia firme, sino con una sentencia de segunda instancia, y estaba detenido en prisión, no estaba asilado en una embajada”, contó.
Para Zovatto, los llamados de atención del Ministerio de Relaciones Exteriores, no eran suficientes, pues a su juicio, tenían que estar reforzados a través de una acción conjunta coordinada entre la Cancillería y el propio Tribunal Electoral, cuya función fundamental es garantizar la integridad del proceso electoral.
El pasado 22 de marzo, la Cancillería informó que llamó a consultas a José De Jesús Martínez, embajador de Panamá en Nicaragua, precisamente por las actividades proselitistas del expresidente de la República.
En una nota diplomática, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá reiteró su más enérgica protesta ante Nicaragua por permitir que, bajo el amparo de una supuesta “protección, que es ilegal de conformidad con el derecho internacional”, el expresidente Martinelli mantenga y despliegue acciones, desde la sede diplomática, con fines político-partidista.

“La República de Panamá se siente verdaderamente afectada en su integridad territorial por la actitud permisiva de la República de Nicaragua que viola flagrantemente y de manera reiterada normas fundamentales del derecho internacional”, decía la carta, con fecha del 22 de abril de 2024.
Después de eso nada pasó. Al contrario, la actividad política aumentó. En la recta final de la campaña política su voz se escuchaba constantemente en cuñas y mensajes por redes sociales, en los que pedía el voto para Mulino.
‘Misión cumplida’
La historia llegó a su climax el pasado domingo en medio de los comicios. Luego de votar en Atlapa, Mulino visitó a Martinelli. A la sede de La Alameda, el ahora presidente electo llegó a las 9:31 a.m. y se marchó a las 10:05 a.m. Fotografías y videos publicados por simpatizantes del exmandatario, los muestran a los dos fundidos en un abrazo de compadrazgo.
¿Qué hablaron ese día? Mulino solo dijo que se habían tomado un café y luego se fue a Chiriquí. En la noche, cuando el sistema de Transmisión Extraoficial de Resultados del Tribunal Electoral, anunciaba que tenía el 34.2% de los votos, lo que le dio el triunfo, emitió un discurso cuya primera frase fue “misión cumplida carajo”. Para algunos analistas, la frase es simbólica. Dice mucho. Le está diciendo a Martinelli que hizo la tarea.
‘Institucionalidad quebrada’
El abogado Eduardo Quirós, asegura que en este caso “hubo un claro contubernio” que demuestra el fracaso de la institucionalidad panameña. “O sea, las instituciones están quebradas. Martinelli orquestó todo un esquema de demora y dilación de los procesos judiciales que tenía para poder obtener la postulación. Pero, al mismo tiempo se encontró del otro lado con un Tribunal Electoral permisivo y falto de institucionalidad, que le permitió que jugara con eso. Y del otro lado, se encontró también con el sistema de partidos políticos que le permitía hacer eso. O sea, él es básicamente dueño de un partido político (Realizando Metas) que es como si fuera una sociedad anónima. Y esa sociedad anónima la maneja a su antojo”, sustentó.
Recordó que primero puso a su esposa Marta Linares como candidata a vicepresidenta, pero inexplicablemente ella se bajó, por lo que luego escogió a Mulino.

“No hay ningún rigor de cumplimiento de parámetros democráticos mínimos. Y después se encuentra con toda esta escandalosa permisividad por parte de la Cancillería. Y digo de la Cancillería porque en realidad lo que quiero decir es que la canciller (Janaina Tewaney), es a la que le toca. Se han escudado en el cuento de que Panamá no reconoce a Martinelli como un asilado político y le da un estatus de huésped (...)”, añadió.
Para Quirós, el que Cancillería no cumpliera con su responsabilidad de impedirle a Martinelli hacer política, es una forma de injerencia en el proceso electoral. “Yo comparto la tesis de que hubo un gran pacto entre Benicio (Robinson), Gaby (José Gabriel Carrizo), el PRD y Mulino”, manifestó.
El pasado lunes 6 de mayo, un día después de los comicios, Mulino dio su primera entrevista a un medio de comunicación. Al periodista Julio Sánchez Cristo, de W Radio, de Colombia, el presidente electo le dijo que no tenía ningún compromiso. “Ni Ricardo Martinelli nunca me pidió a mí absolutamente ningún compromiso”, añadió.

