La comunidad judía está de fiesta. Esta noche, los judíos que viven en Israel, en Panamá y en todo el mundo celebran un aniversario más de la creación del mundo. La festividad, que arrancará cuando caiga el sol, no dura un solo día, como el Año Nuevo cristiano, sino dos.
El Año Nuevo judío –
conocido como Rosh Hashaná (cabeza del año, por su traducción en hebreo)– representa, para los seguidores de esa religión, un día de santidad.
Aunque predominan, como en el Año Nuevo cristiano, las reuniones familiares, éstas tienen el objetivo de rezar y meditar en grupo, explica el gran rabino de Panamá, Haim Levy.
Para los judíos, el Año Nuevo es el Día del Juicio. De allí que otro nombre que se le dé a la fiesta sea Yom HaDín (día del juicio, por su traducción en hebreo).
Según la creencia bíblica, ese día Dios juzga a las personas de acuerdo con los actos cometidos durante el año que acaba de culminar, y decide su destino para el próximo año.
Durante la fiesta –que generalmente cae en septiembre, aunque el día varía–, los judíos se dedican al rezo y no trabajan. Por eso, sostiene Levy, desde hoy hasta el domingo en la noche, los comercios cuyos dueños son judíos estarán cerrados.
El Año Nuevo está precedido por un mes de rezos diarios, que busca que las personas enmienden y modifiquen sus conductas, indica Levy. Sin embargo, el punto más sagrado llega con el Año Nuevo.
Por eso, ese día los judíos no usan el automóvil –en vez de ello, caminan–, y solo usan elevadores programados con anticipación, por la prohibición bíblica de usar fuego en forma de electricidad, explica Levy.
Otra particularidad de la fiesta es que los alimentos que se sirven contienen carnes, emulando un banquete real.
