Curundú está enclavado en lo que un día fueron los terrenos de Domingo Díaz, Olmedo Fábrega y Blas Bloise. Su formación empezó a finales de los 50, época en que se dio el descontrolado emerger urbanístico en las principales ciudades de Latinoamérica.
Se llama Curundú porque lo atraviesa el río de ese nombre. De hecho, gran parte de sus construcciones están por encima del nivel de la tierra.
En 1971, mediante Acuerdo Municipal 235 del 17 de noviembre, se convirtió en corregimiento.
El censo de 2000 asegura que en su extensión de 1.1 kilómetro cuadrado viven casi 20 mil habitantes, sin embargo, datos de la junta comunal dejan ver que la población ha ido en aumento, a tal punto que se dice que el área alberga a 22 mil habitantes. Muchos de estos han emigrado del interior del país, pero también tiene una marcada presencia de refugiados.
El Servicio Jesuita a Refugiados dice que en este corregimiento viven alrededor de 5 mil colombianos y centroamericanos en esa condición.
Brooklincito, Viejo Veranillo, Cabo Verde, Llano Bonito, Talleres A y B, sector La Aguja, sector Tívoli, sector del Águila y Santa Ana son los barrios que integran el corregimiento.
Las viviendas del sector, en su mayoría, son construcciones de madera vieja, por eso el área es propensa al fuego. Cada año se registran al menos tres incendios. Uno de los más devastadores de los últimos años –y que por su magnitud podría ser comparado con el de ayer– fue el del 31 de enero de 2003.
En esa oportunidad, las llamas afectaron 30 viviendas del Águila y más de 200 personas se vieron afectadas.
Y el 4 de noviembre de 2005, otro incendio destruyó completamente tres barracas en el sector La Aguja, con un resultado de 40 familias damnificadas y 13 afectadas.
