Umberto Eco —el famoso semiólogo y estudioso social— publicó en 1965 un libro de referencia que partió la visión de cómo los seres humanos reaccionamos ante la cultura de masas y a las novedades. Apocalípticos e integrados clasifica a la sociedad en dos grandes grupos. Los "apocalípticos" serían aquellos que se resisten a todo cambio, que ven la realidad a través de un vitral oscuro en el que toda novedad es amenaza. En el otro extremo están los "integrados", seres acríticos que consienten todo y están plenamente insertos en las dinámicas oficialistas.
Bien, pues llegó el momento tanto de apocalípticos como de integrados en Panamá. En unos días se anunciará oficialmente el referéndum sobre la posible ampliación del Canal y ya hemos visto las posiciones de unos y otros. Los "integrados", del lado del oficialismo, no dudan de ningún aspecto de la ampliación y miran a los críticos como si de locos irracionales se tratara. Además, predican en nombre del "progreso y el futuro", usurpando ese espacio para los que creen en otro progreso y otro futuro.
Los "apocalípticos", mientras tanto, andan profetizando el hundimiento del Titanic del progreso, el triunfo del endeudamiento sobre la inversión social y el final del camino hacia el desarrollo en caso de que se amplíe el Canal.
Información VS. paranoia
Lo que necesitamos para que el proceso de consulta sea maduro es información objetiva y posiciones intermedias entre los unos y los otros. Ni el progreso se llama ampliación, ni el fin del mundo se llama ampliación.
Casi todos los debates en Panamá se están jugando en los extremos y eso no es bueno. Esta semana también pudimos leer cómo el diputado oficialista Carlos Alvarado acusó al Comité Pro Defensa de Bosques Urbanos y del Parque Nacional Camino de Cruces de no permitir el progreso del país con sus exigencias medioambientales. Y este comité, a cambio, pronostica el fin de la naturaleza cada vez que un bloque de construcción se arrima al verde. Ni una cosa ni la otra. Ni apocalípticos ni integrados.
