En tan solo un día transcurrido desde la aprobación en tercer debate, el proyecto de ley 1092 se transformó en la Ley 403 del 13 de octubre de 2023.
Una ley de apenas 3 artículos, que esencialmente congela a una sola el número de curules que pueda obtener una alianza de partidos políticos en un circuito plurinominal. Esta movida le da un giro de 180 grados a la práctica de doble residuo que se estrenó en las elecciones de 2019 y que fue muy productiva para la actual alianza de gobierno conformada por el Partido Revolucionario Democrático (PRD) y el Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (Molirena).
Esta es una muy rara temporada electoral. Conocemos los nombres de todos los candidatos presidenciales, se pactaron todas las alianzas electorales, pero abiertamente no hay campaña. Tampoco hay una interacción entre las candidaturas, y mucho menos se conocen sus planteamientos y propuestas. Eso tendrá que esperar hasta el próximo año. Este antinatural orden político es el resultado de las penúltimas reformas electorales que se diseñaron, por supuesto, en favor de los grandes miembros de la partidocracia.
Son las “penúltimas”, porque las últimas las aprobó la Asamblea Nacional el pasado jueves 12 de octubre. Allí, con un nada discreto voto partidario, 43 diputados y diputadas le dieron su respaldo al proyecto de ley 1092 que limitó el residuo como la carta comodín de la “diputadocracia”. Un día más tarde, el presidente Cortizo firmó la que se convirtió en la Ley 403, resolviendo un problema coyuntural y estableciendo un precedente que perseguirá a la democracia panameña en el futuro: a solo 7 meses de las elecciones generaciones, se cambió una de las reglas de ese torneo electoral.
Entendamos lo que esto significa: en un circuito plurinominal, si usted vota por un candidato o candidata por la libre postulación para diputado/a, su voto solo vale una vez. En cambio, en las elecciones pasadas si usted votó por un partido en alianza con otro, su voto sumó para el cociente, el medio cociente y dos residuos. Es decir, ese voto valió cuatro veces. La reforma contenida en la reforma de la Ley 403 elimina el residuo múltiple y lo reduce a uno solo, sin importar el número de partidos que conformen la alianza electoral.
En este sentido, es importante entender lo que ha pasado en las elecciones más recientes. Según datos del Tribunal Electoral, en 2009 fueron electos 9 diputados por residuo, de estos 5 eran del PRD y 4 salieron de las distintas combinaciones de la alianza Cambio Democrático (CD), Panameñismo y Molirena. En el 2014 fueron 7 los electos por la vía del residuo, de los cuales 4 fueron del PRD, y se le sumaron 1 Panameñista, 1 CD y 1 Molirena. En el 2019 los elegidos fueron 12 por residuo, 8 del PRD, 3 Molirenas y 1 CD.
En esta última elección se dio el fenómeno del doble residuo. Así en el circuito 8-6 de San Miguelito Leandro Ávila del PRD y Francisco Alemán del Molirena fueron premiados con estos residuos. Mientras que en el circuito 8-7 (actual 8-3) Crispiano Adames del PRD y Corina Cano, del Molirena, entraron a la Asamblea en esta forma. Todo esto lo refrendó el Tribunal Electoral.
Si la regla de residuo múltiple no se cambiaba la alianza PRD-Molirena se iba a encontrar en desventaja frente a la alianza territorial CD-Panameñista-Partido Popular. Así, en los circuitos plurinominales, la alianza de gobierno aspiraría a dos curules por residuo, mientas que la otra alianza podría llegar a tener tres residuos. Ante el obvio panorama de que en 2024 se dé un movimiento popular de voto castigo contra los partidos de gobierno si la formula de residuo múltiple se mantenía, el PRD podría perder muchas diputaciones. La base real de su poder en este país.
La desaforada falta de representatividad
En 2019 la alianza electoral del PRD y del Molirena obtuvo el 33.35 % de los votos emitidos. Si la representación en la Asamblea Nacional fuera verdaderamente proporcional, estos partidos tendrían 24 diputados como bloque en el Órgano Legislativo. Al PRD le correspondían 22 diputaciones y al Molirena solo 2. En la actualidad entre ambos partidos tienen 40 diputaciones, de las cuales el PRD tiene 35 y el Molirena tiene 5. Esto significa que entre el voto plancha y los residuos, tienen 16 diputaciones de más. Esas son curules que le habrían correspondido a otros partidos y a candidaturas por la libre postulación.
Este desequilibrio en la representatividad en la Asamblea Nacional provoca un divorcio entre el resultado electoral, a nivel legislativo, y la intención del votante. Así, el esquema mantiene a los gamonales en el parlamento dispensando fondos públicos y engrosando sus billeteras para estar en las mejores condiciones de participar en los torneos electorales. Esta es una de las trampas perversas de la democracia panameña.
Otra de estas trampas también lleva la bendición del Tribunal Electoral. Se trata del fenómeno de los votantes “fantasmas” que valientemente denunció Lilia Mendoza, candidata a representante de corregimiento para San Felipe. En ese corregimiento, el padrón electoral tiene unos 3 mil votantes más de la cantidad de ciudadanos que fueron contabilizados por el Censo de Población y Vivienda de este año. Ahora, el Tribunal Electoral dice que no puede hacer un censo electoral para corregir este problema. Esto significa que más de 3 mil votos que no pertenecen a San Felipe decidirán el o la representantes de corregimiento. Estos mismos votantes (más de 3 mil) también escogen diputados y diputadas y al alcalde del distrito de Panamá.
Es fácil imaginar que muchos de estos votantes fueron residentes de San Felipe, pero los desalojos para hacer restauraciones, los incendios, los colapsos de casas condenadas, o la simple mudanza en busca de mejores condiciones de vida los ha convertido en residentes de otros corregimientos, distritos o incluso provincias. Súmese a San Felipe otros corregimientos como Santa Ana, El Chorrillo, Calidonia y Curundú, todos los que han sufrido incendios, inundaciones, colapsos de casas de inquilinato, y mucho desplazamiento poblacional.
Es factible pensar que decenas de miles de votantes no son residentes de los circuitos electorales, corregimientos, o del distrito en que están registrados para votar. La consecuencia de tamaña irresponsabilidad es que bien pueden ser personas que no tienen vela en el entierro las que estén decidiendo las elecciones en torneos sumamente reñidos.
Una casa de espejos
Está claro que para las elecciones del 2024 es tan importante el resultado de la elección presidencial como el balance de las diputaciones en la Asamblea Nacional. La gobernabilidad y la agenda del primer mandatario electo en 2024 dependerá de la composición de la Asamblea Nacional. La lluvia de dólares, producto de las dos descentralizaciones, la “auténtica” y la “paralela”, favorece la reelección de los diputados de la coalición de gobierno.
Las reglas del voto en plancha y del residuo en los circuitos plurinominales nuevamente los beneficia. La desidia y la indiferencia del Tribunal Electoral con los votantes fantasmas, contribuye a crear el escenario más favorable para que en 2024 la República de Panamá obtenga una Asamblea Nacional que en muy poco refleja la intención del voto popular, ni mucho menos corresponderá en su labor legislativa a la atención de las principales necesidades e intereses de un país con graves desafíos.


