El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses enfrenta uno de los retos humanitarios más complejos de la región: la identificación de al menos 220 migrantes fallecidos en la peligrosa selva del Darién durante los últimos años.
Muchos de los restos, según confirmó su director José Vicente Pachar, se encuentran en nichos humanitarios construidos en El Real de Santa María, en entierros en La Palma y en otros cementerios de la provincia de Darién.
También se reportan casos en Chiriquí, donde la ruta migratoria deja otra huella silenciosa.
La mayoría de los cuerpos corresponde a restos óseos y fragmentados, producto de la dificultad del terreno y del tiempo transcurrido.
“Son restos, nosotros los definimos así”, explicó Pachar al detallar que cada recuperación fue examinada y documentada con muestras para ADN, estudios odontológicos y antropológicos.
Sin embargo, los recursos locales no alcanzan para llevar a cabo los análisis especializados que permitan determinar su origen con certeza.

Los datos del programa Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), agencia de las Naciones Unidas, indican que, entre 2014 y 2025, se han reportado 542 muertes de migrantes en esta selva, de las cuales 174 ocurrieron el año pasado.
Se trata de una cifra sin precedentes desde el inicio de los flujos migratorios a través del Darién en 2014.
El apoyo
Frente a este desafío, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se sumaría a los esfuerzos de Panamá.
Reconocido internacionalmente por su trabajo en casos emblemáticos, como la desaparición de estudiantes en Ayotzinapa, México, y las investigaciones sobre los desaparecidos en Argentina, este grupo aportará tecnología, personal y experiencia para la construcción de un banco de datos genéticos que podría ofrecer respuestas a cientos de familias.
“Estamos en conversaciones con ellos. Es un proyecto interesante que podría iniciar en 2026, una vez se cumplan los trámites legales y administrativos”, explicó Pachar.
Aunque el financiamiento ya está asegurado por parte de la cooperación internacional, aún falta la aprobación formal del Ministerio Público y la firma de un acuerdo que permita dar legalidad a la iniciativa.

El plan contempla un proceso largo y delicado: tras realizar análisis genéticos y estudios con radioisótopos, los especialistas podrán ubicar el probable país de origen de cada persona.
Luego, mediante organizaciones internacionales, se contactaría a las familias en países como Ecuador, Perú o Venezuela para realizar comparaciones genéticas que confirmen la identidad y permitan la repatriación de los restos.
De acuerdo con datos de la OIM, el ahogamiento fue la principal causa de muerte entre los migrantes que intentan cruzar el Tapón del Darién.
Le siguen la violencia ejercida por grupos criminales que operan en la zona, enfermedades derivadas de las duras condiciones de la selva, la falta de acceso a servicios de salud y los accidentes fatales en este terreno hostil.

Las ventajas
Para Panamá, este apoyo no representará un costo directo, pero sí un beneficio invaluable en términos de conocimiento y prestigio científico.
“Nos vamos a beneficiar de la experiencia de estas celebridades internacionales, lo que permitirá al país contribuir a resolver un problema humanitario muy delicado”, subrayó Pachar.
El director recordó que, si bien en 2025 no se han registrado nuevos casos debido a la reducción de la migración irregular, la deuda pendiente con los fallecidos sigue siendo enorme.
En los cementerios del Darién y de Chiriquí reposan tumbas anónimas que esperan ser abiertas al mundo de los vivos a través de la ciencia.
Entre 2020 y 2025, más de 1,2 millones de migrantes cruzaron la selva del Tapón del Darién desde Colombia hacia Panamá, según datos oficiales del Servicio Nacional de Migración.
El flujo alcanzó su punto máximo en 2023, con 520 085 personas, mientras que en 2025 se registró un desplome casi total, con 3 000 migrantes en lo que va del año, debido a políticas migratorias más estrictas.
Esta ruta, considerada una de las más peligrosas del continente, sigue siendo un paso obligado para quienes buscan llegar a Norteamérica, enfrentando riesgos extremos en el camino.
Las tres principales nacionalidades que transitaron la región en este período fueron venezolanos, ecuatorianos y haitianos, reflejando las crisis económicas y sociales que afectan a estos países.
Los venezolanos lideraron el flujo en todos los años, seguidos por ecuatorianos y haitianos, mientras que otros grupos, como colombianos y chinos, también registraron presencia significativa.

