La decisión del papa Benedicto XVI de acoger la petición del Gobierno de crear un Ordinariato Castrense para guía y acompañamiento espiritual de la Fuerza Pública, ha originado inesperadas polémicas por el temor de un supuesto retorno al militarismo en Panamá.
El Ordinariato -que a muchos les suena como "noriegato"- fue solicitado por la administración de Mireya Moscoso y la petición fue ratificada por Martín Torrijos.
Todavía no se había secado la tinta de la firma del acuerdo, cuando el ex presidente Guillermo Endara la enfiló contra la medida por considerar que oxigena la posibilidad de revivir el fantasma del militarismo.
Endara no quiere recordar la represiva dictadura de Manuel Antonio Noriega y tampoco cuando en diciembre de 1989 apareció en una fotografía, con una sonrisa de calendario, rodeado de marines con la cara pintada de verde.
El ex presidente insinuó que el papa Joseph Ratzinger era un nazista. El Nuncio Apostólico, Giacomo Otonello, ripostó: el ex presidente olvidó cuando la Nunciatura lo cobijó durante la huelga de hambre de 23 días contra la dictadura de Noriega. El nuncio pidió a Endara que se excusara, pero éste se negó a dar disculpas y amenazó con una huelga de hambre contra el Ordinariato, pero esta vez lejos de la Nunciatura.
La ex presidenta Mireya Moscoso, por su parte, envió una carta a la Nunciatura en donde repudia los agravios contra el Papa y se solidariza con el acuerdo.
Nada pecaminoso
El Ordinariato, que brindará formación cristiana, educación y reforzamiento espiritual a los policías católicos, tendrá rango de obispado y se encargará de coordinar a los sacerdotes que trabajarán en la institución. "Este organismo no tiene nada que ver con acuartelamientos, no hay nada oculto ni confuso. Estos organismos no son privativos de los ejércitos", manifestó Danilo Toro, secretario del Ministerio de Gobierno y Justicia.
Ebrahim Asvat, primer civil en la jefatura de la Policía Nacional, en 1990, no ve nada pecaminoso en que la Fuerza Pública tenga líderes espirituales. "No veo problemas; no he visto a un obispo tomar las armas ni que sus discursos sean instrumentos de violencia", expresó.
Asvat considera conveniente que en una institución que utiliza armas haya un líder espiritual que oriente sobre derechos humanos. Lo que sí es malo, según él, es que la Fuerza Pública participe en ejercicios y actividades conjuntas con países que tienen ejército. "El Ordinariato no es ninguna vuelta al militarismo, es una iniciativa mal interpretada. Veo positivo que las instituciones castrenses tengan refugios espirituales".
Jerónimo G. M., cabo de la Zona Metropolitana de Policía, indicó a este diario que a veces necesitan el apoyo espiritual de un sacerdote, pero no una iglesia permanente en los cuarteles. "Cuando estoy libre voy a la parroquia del Perpetuo Socorro", indicó.
El jesuita Fernando Guardia, tenaz opositor de la dictadura, no ve nada de malo en la existencia de los capellanes. "Este Ordinariato estimulará la educación y humanización del servicio de la Iglesia católica a los policías", afirmó.
Francisco Porras, mayor retirado de las antiguas Fuerzas de Defensa, recordó que el servicio regular de capellanía castrense data de mediados de la década de los 70 cuando la Guardia Nacional cumplía Misión de Paz en apoyo de las Naciones Unidas (conflicto árabe-israelí). El primer capellán militar panameño fue el jesuita Alfredo Vieto Guardia, nacido el 17 de marzo de 1879 en Penonomé, Coclé. Se estrenó en la Guerra de Coto, entre Panamá y Costa Rica, en febrero de 1921. Era capellán del Ejército de Voluntarios al mando del general Manuel Quintero Villarreal.
Porras considera lastimoso que por desconocer las diferencias entre ejército y lo castrense se quiera descalificar la misión de la Iglesia católica.
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