Corría el año 1888, cuando el estado de Nueva York aprobó la ley que permitía el uso de la silla eléctrica como alternativa a la horca, para cumplir la condena de los criminales sentenciados a la pena capital. Hasta la fecha, la horca había sido el método usado en estos casos, pero era considerada por muchos como lenta y dolorosa.
La nueva forma de hacer cumplir la pena capital en Nueva York desató una serie de sucesos que dejarían en evidencia la rivalidad entre dos grandes titanes de la invención: Thomas Alva Edison y George Westinghouse, ambos impulsadores de dos sistemas de generación eléctrica.
Edison producía corriente directa, cuyo flujo corre en una sola dirección, en tanto que Westinghouse desarrolló la corriente alterna, que produce corriente eléctrica a través de circuitos, y circula en direcciones contrarias.
Frente a la posibilidad de utilizar cualquiera de los dos métodos de generación eléctrica para la silla eléctrica, las autoridades de Nueva York establecieron una comisión para investigar las ventajas del método a utilizar.
Ejecuciones
Según datos recabados por la escritora Mary Bellis, en su Guía de inventores, ni Edison ni Westinghouse estaban de acuerdo con que sus sistemas eléctricos fueran elegidos para la silla eléctrica, pues temían que los consumidores no quisieran para su hogares el sistema usado para acabar con la vida de los criminales condenados a muerte.
Con el fin de evitar que el sistema de corriente directa fuese escogido para el funesto propósito, Edison empezó una campaña para convencer a las autoridades de que la corriente alterna era la apropiada, para lo cual contrató al científico Harold Brown, quien había escrito una carta al diario The New York Post, describiendo un accidente en el que un niño murió al tocar el cable de un telégrafo en uso, que funcionaba con corriente alterna.
Brown y su asistente Fred Peterson, según cuenta Bellis, diseñaron un modelo de silla eléctrica que utilizaba flujos de corriente directa, para demostrar que no era lo suficientemente fuerte, pues aturdía a los animales del laboratorio, pero no los mataba.
Tras el "fracaso" de la corriente directa, se usó el mismo modelo de silla eléctrica, pero con corriente alterna. Los animales utilizados en el experimento murieron inmediatamente.
Curiosamente, Fred Peterson, que asistía a Brown en las investigaciones de Edison, también era la cabeza de la comisión designada por el estado de Nueva York para elegir el mejor sistema eléctrico para la silla eléctrica. Entonces no fue una sorpresa que la corriente elegida para hacer funcionar el aparato fuera la alterna, desarrollada por Westinghouse.
Westinghouse protestó la decisión basándose en que era un método cruel y doloroso, y se negó a vender sus generadores a las autoridades, por lo que Edison y Brown decidieron suplir las cárceles con los generadores necesarios para las primeras sillas eléctricas.
Finalmente, el estado de Nueva York ganó las apelaciones, con el respaldo de Edison y Brown, que testificaron que el método era rápido y sin dolor.
Irónicamente, el plan de Edison falló, pronto se demostró que la tecnología de la corriente alterna de Westinghouse era superior a la suya. Años más tarde, Edison admitió haber sabido esto todo el tiempo.
