Una trampa. Así califican los abogados del comerciante de armas sirio Monzer Al Kassar su arresto, extradición y condena a 30 años de prisión en Estados Unidos, dictada el pasado 24 de febrero.
Acostumbrado a una vida de lujos, Al Kassar parecía más una estrella de cine que el oscuro traficante que ayudó a dotar de armas a casi todas las guerras –regulares e irregulares– de los últimos 30 años. Por su estilo opulento era conocido como el “príncipe de Marbella”, la ciudad española de Costa del Sol donde vivió, a cuerpo de rey, hasta 2008.
Arrestado y extraditado de España a Estados Unidos (EU) a mediados de 2008, tras una compleja operación encubierta de la Agencia Antidrogas de EU (DEA), Al Kassar dice no ser enemigo de ese país. Pero una Corte Federal lo condenó precisamente por haber estado dispuesto a vender fusiles, municiones y misiles tierra-aire a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Entre otras cosas, dice el tribunal, para atentar contra “estadounidenses”.
La operación con la que se lo capturó es controvertida, pues fue una simulación de compra. Pero Al Kassar y sus socios cayeron en la trampa.
