Cuando aquella noche del viernes 13 de enero de 2006, el busito del rey de la cumbia chorrerana Carlos Felipe Isaac, Ñato Califa, se precipitó a la hondonada cercana al río Trinidad, provocando su muerte, la de su cantante Lucía Chía Ureña y de otros nueve pasajeros, jamás se pensó que su memoria y su aporte a la cultura panameña serían rescatadas con la creación de una condecoración que lleva su nombre.
Luego de cinco años de la tragedia, el reconocimiento a folcloristas chorreranos que en su vida han contribuido a preservar y transmitir a las nuevas generaciones las tradiciones culturales de este pueblo, es una deuda que intenta ser saldada por las actuales autoridades.
Una forma de ponerse al día ha sido la creación de la orden Carlos Felipe Isaac Ñato Califa y Lucía Ureña, una iniciativa que contó con el aval de los familiares de quienes en vida fueron los más grandes exponentes de la cumbia chorrerana.
Su creación es una iniciativa de la Asociación Folclórica Chorreranos Unidos, Que la Cumbia no Pare, la cual recibió el aval de las autoridades locales, quienes se reservaron para sí el derecho de elegir al merecedor del reconocimiento.
Edilma González, folclorista y directora de la sede regional del Instituto Nacional de Cultura (Inac), siente que se trata de una iniciativa “excelente”.
El mayor orgullo para un folclorista chorrerano, al recibir esta medalla, es sentir que su esfuerzo es reconocido en su propia tierra y por su propia gente, expresó.
Aunque la fecha para presentar los candidatos a recibir esta distinción está pendiente, quienes se mueven en el ambiente folclórico de este distrito coinciden en que la lista será amplia.
El acuerdo municipal, que crea la orden Carlos Felipe Isaac y Lucía Ureña detalla que se trata de una medalla de oro y un pergamino de honor, que se entregará a los galardonados.
Al igual que otras distinciones que se otorgan, los aspirantes deben llenar como requisito su contribución al folclor y a la cultura en general, y haber llevado una vida ejemplar.
Las postulaciones son hechas por el alcalde de La Chorrera y/o los concejales, quienes remiten sus propuestas a la Comisión de Educación, Recreación y Cultura, la cual tiene la palabra final.
Este distrito, como comenta la profesora de folclor Nisla Chávez, tiene una deuda pendiente para con aquella generación de acordeonistas que amenizaron bailes a la luz de la luna y con mechones.
Con esta medalla se busca saldar esa deuda moral, rindiendo homenaje a los “tesoros vivos”; hombres y mujeres entregados a conservar la música y las danzas de este pueblo.
La orden Carlos Felipe Isaac y Lucía Ureña no es la primera iniciativa de este tipo. Un precedente es la medalla Don Félix Amor, y que era entregada por la dirección del colegio Moisés Castillo Ocaña, de La Chorrera.
Precisamente, la profesora Nisla Chávez es una de las personalidades que han recibido esta medalla.
Mirando al pasado para buscar candidatos a este reconocimiento, se puede sin mayor complicación extraer nombres como el de José Inés Tejada, pionero de la cumbia chorrerana y quien se dedicó a llevar ese aporte por todo el país.
