IDENTIDAD. VENUS TEJADA DICE QUE DESDE LOS SEIS AñOS SE SENTíA MUJER.

18 horas en la vida de una transexual

18 horas en la vida de una transexual
18 horas en la vida de una transexual

A las 9:21 p.m., la transexual Venus Tejada Fernández salió de su salón de belleza hacia la Avenida de los Mártires. Estacionó su vehículo frente a la Asamblea Nacional de Panamá, sacó dos cajas de condones que le donó el Fondo de Población de Naciones Unidas a la Asociación Panameña de Personas Trans (APPT), que ella creó, y comenzó a recorrer la avenida desde el Parque Legislativo hasta la tienda de manteles.

Conoce a todos los travestis y prostitutas del área y asegura que los policías también la conocen como “la que le reparte condones a los cuecos”. Aclara que nunca se ha prostituido, y no teme andar por esta penumbrosa zona.

Probidsida la capacitó para ser multiplicadora de prevención en VIH en 2000. “Fue lo mejor que pudieron haber hecho”, comenta, pues ella estima que el 80% de la población de prostitutas trans en Panamá tiene VIH. Hace dos años, Tejada creó la APPT , asegura que a la fecha ha reclutado alrededor de 200 personas, pero la asociación no cuenta con personería jurídica pues el Estado no se la ha otorgado.

Con esta organización, su objetivo es defender los derechos humanos que tienen las personas trans; desea que la sociedad panameña reconozca que “existen no solo para carnavales”. Explica que el término trans es el hiperónimo de tres categorías: travesti (se refiere al hombre que se siente mujer y se viste 24 horas de mujer); transgénero (es aquel que se viste como mujer y toma hormonas femeninas); y transexual (quien se ha hecho operaciones quirúrgicas, en pechos y genitales para cambiar de sexo).

En la esquina del bar Panamericana, Venus Tejada saluda a los travestis Lapicito y Cristal, y les entrega preservativos.

Añade que cuando les da talleres sobre el uso y negociación del condón con sus clientes, les enfatiza que lo deben hacer por la salud de ambos, y por “cuidar a la esposa que está en la casa y que no tiene culpa de la doble vida que lleva su esposo”.

Frente al Museo de Arte Contemporáneo nota la presencia de un travesti de estatura baja y cabello negro.

Minutos más tarde, uno de los travestis en la avenida reclama la promulgación de una calle para ellos, donde los policías no lleguen a quitarles el dinero o llevárselos en redadas.

“Los policías son los proxenetas de los trans, les quitan la plata y después los sueltan; lo que pasa es que en el juzgado no hay causal, porque el artículo [12 del decreto 149 de 20 de mayo de 1949] fue derogado. Aquí no hay nada que diga que la prostitución es legal o ilegal”, exclama Tejada.

También opina que si el Estado les da una calle, eso los perjudicaría, porque significaría que requieren de carné de salud para poder trabajar y la mayoría tiene VIH.

Frente al hecho de que esta población infecta con el VIH a personas, responde: “Tú eres responsable de tu vida, si el hombre tiene su esposa qué tiene que venir a buscar [aquí]. El sida no nos da por lo que somos, sino por lo que hacemos”.

Que el travestismo se asocie a prostitución, Tejada dice que cada quien vive la vida que quiere vivir. “Patrocino la prostitución mas no la delincuencia”.

Cuando vuelve a su auto encuentra el taxi de un pretendiente estacionado a su lado. “Los hombres están a dos por real”, dice y confiesa que no cree en los hombres, no se acostaría con un hombre que no le guste y acepta que su debilidad son los casados. “Tengo la autoestima muy alta, siento que ningún hombre me merece”.

Venus Tejada llega pasada la medianoche a su apartamento. Cambia el jeans y el suéter naranja que había vestido todo el día por un suéter blanco sin mangas, se acomoda en su cama y enciende su laptop.

El proceso de varón a Venus

Venus Tejada Fernández cuenta que desde los seis años sentía atracción por los varones. “A los 15 años le dije a mis padres que era una niña. Ellos me respondieron: ‘todo padre sabe lo que son sus hijos”.

“Mi padre era militar y nunca me echó de la casa”, recuerda. Cuenta que cuando la llevaba al cuartel, su padre decía que había perdido a un varón, pero que había ganado una hija.

“Cuando decidí vestirme como mujer, mi madre me aconsejó: ‘Empieza a vestirte de mujer sí, pero imita a una mujer perfecta, no a esas vulgares de la calle”.

Venus es transexual, es decir, se ha hecho intervenciones quirúrgicas para tener senos y cambiar sus genitales. Se rehúsa a hablar de sus operaciones, solo señala que “duele no hacérselas”.

Eligió el nombre Venus, por ser la diosa del amor, dice, mientras le hace alisado a una clienta. También es voluntaria en la sala de belleza del Instituto Oncológico Nacional.


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