POLÉMICA. NO HAY CULPABLES, PERO Sí SEñALADOS.

Una hormona con dos caras

Una hormona con dos caras
Una hormona con dos caras

El delantero argentino del Barcelona F.C. Lionel Messi tuvo que recurrir a la hormona de crecimiento para ganar unas pulgadas de estatura y unas libras en su peso.

El tratamiento se lo aplicaron en 1998, a sus 12 años, cuando apenas destellaba en el fútbol. Medía 1.32 metro, pesaba 62 libras, una edad ósea correspondiente a un niño de 10 años y quizás por estas características le apodaron la "Pulga".

Tras el tratamiento Messi alcanzó 1.69 metro de estatura y se convirtió en una estrella del fútbol. El sobrenombre aún lo mantiene a sus 21 años.

En Estados Unidos, se teje una historia diferente con esta hormona y es que los lanzadores de Grandes Ligas Roger Clemens y Andy Pettitte son acusados de consumirla, pero esta vez para sacar ventaja deportiva. El primero lo negó -y ahora afronta cargos de perjurio- y el segundo lo aceptó, explicando que la utilizó con fines generativos.

Las carreras de Clemens y Pettitte estaban en peligro por lesiones en 2004, cuando supuestamente utilizaron la sustancia.

El médico argentino Norberto Debbag, especialista en deportes -consultado vía internet-, dijo que no recomienda el uso de la hormona deportivamente, pero aclaró que en el caso de Messi y de otros niños el tratamiento resulta positivo. Negó que las lesiones actuales del futbolista guarden relación con esta sustancia.

Comentó que los atletas buscan la hormona para recuperarse de lesiones y mantener una masa magra. "Eso es una ventaja sobre los demás", agregó. Aseguró que contrario a lo que se cree, la sustancia no mejora el rendimiento físico y que su efecto es solo "psicológico positivo".

La hormona de crecimiento es una proteína que es secretada naturalmente por la hipófisis anterior o adenohipófisis (glándula ubicada en el cerebro), mientras se duerme.

Sostiene que su uso es peligroso y está en estudio que al combinarla con anabólicos estimula en el ser humano la testosterona, haciendo un coctel mortífero, que con el tiempo produce tumores y provoca impotencia sexual, desórdenes menstruales y diabetes, en algunos casos.

Debbag dijo que el tratamiento mensual cuesta mil dólares y que está reservado para niños con problemas de crecimiento.

Explicó que cuando un atleta recurre a ella para mejorar y la combina con anabólicos pone en peligro su salud, incluso su vida.

Para Debbag esa ventaja extra que se obtiene hace la diferencia. Cuando la hormona de crecimiento se consume para contrarrestar el enanismo -como ocurrió con el futbolista Messi- su uso no tiene mayor trascendencia, agregó.

La hormona de crecimiento es utilizada indiscriminadamente por los atletas desde hace 20 años, dijo David Howman, director general de la Agencia Mundial Antidopaje.

Howman concuerda con Debbag en que la hormona califica como dopaje; sin embargo ha sido difícil detectarla en atletas porque se disuelve rápido en la sangre.

"Por el momento solo hemos tratado de advertir sobre sus riesgos cuando se utiliza con anabólicos para mejorar el rendimiento deportivo", citó.


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