Por estos días es quizá la mujer más buscada de Colombia. Su nombre aparece en los noticieros constantemente y su foto no deja de tener un espacio en la portada de los diarios. Está acusada de, al menos, tres delitos en su país por haber liderado una red de espionaje que violó las comunicaciones a magistrados de la Corte, periodistas y políticos opositores al gobierno del expresidente Álvaro Uribe, donde se desempeñó como directora del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
María del Pilar Hurtado, quien desde noviembre pasado goza de asilo territorial en el país, tiene una vida apacible, anónima y tranquila en suelo panameño.
Se mueve como pez en el agua por las calles capitalinas, centros comerciales y centros educativos, con la certeza de ser una persona libre, así como lo hacen también el expresidente guatemalteco Jorge Serrano, el exmandatario ecuatoriano Abdalá Bucaram y el exgeneral golpista haitiano Raoul Cedras, tripleta que está asilada en Panamá desde hace varios años.
Personas cercanas a su entorno relataron a este diario que ella vive en un edificio modesto ubicado en una zona de clase media de la capital, en un área céntrica.
En ocasiones se la ve acompañada de un hombre de unos 50 años, con “pinta de colombiano”.
No tiene vehículo propio, por lo que se moviliza en taxi y suele caminar largas distancias sola o en compañía del hombre descrito anteriormente. Tampoco está custodiada por personal del Servicio de Protección Institucional, como han afirmado grupos adversarios al presidente, Ricardo Martinelli, quien ha defendido a capa y espada su asilo, hasta el punto de decir que “Hurtado se queda en Panamá”, cuando es requerida por la justicia de Colombia.

