Tras la muerte de Martin Luther King, fue a su viuda, Coretta Scott-King, a quien en medio del dolor y la angustia le tocó tomar la causa de su esposo y proseguir la lucha, una lucha que se dilataría a lo largo de tres décadas de liderazgo y no pocas vicisitudes. El 30 de enero de este año culminó esta cruzada vital, cuando esta mujer dio su último aliento.
La viuda de King fue una de las activistas más notables de la causa por los derechos civiles y llevó su acción fuera de los límites de Estados Unidos, cuando en 1986 viajó a Sudáfrica para unirse a Winnie Mandela en la lucha contra el Apartheid y por la liberación del entonces preso Nelson Mandela. Pese a su cercanía con presidentes y líderes conservadores de Estados Unidos, Coretta Scott-King no dudó en rechazar medidas como la pena de muerte o la invasión a Irak en 2003.
La señora King murió a los 78 años mientras se recuperaba de dolencias cardiacas en Baja California, México.
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