El presidente José Raúl Mulino destacó que el país cierra con una “histórica” reducción del flujo migratorio irregular por Panamá, al señalar que el país registra “el nivel más bajo en 13 años”, resultado —dijo— de una estrategia sostenida de control fronterizo y cooperación internacional, en especial Estados Unidos.
“Terminamos el año con el flujo migratorio irregular más bajo en 13 años y eso no es casualidad. Es el resultado del esfuerzo de nuestras fuerzas, de cuidar las fronteras y del trabajo en cooperación con otros países”, escribió el mandatario en su cuenta de X.
Mulino agregó que se trata de “un logro que da tranquilidad” y afirmó que el Gobierno continuará trabajando para que esta tendencia se mantenga, “protegiendo a las familias panameñas y a toda la región”.
El mensaje estuvo acompañado de una estadísticas, que señalan que 2023 fue el con mayor paso: 520,085.

La selva del Darién, uno de los corredores migratorios más peligrosos del continente, pasó de recibir en 2024 a más de 302,203 migrantes a registrar en 2025 apenas 3,086 personas, lo que representa una caída del 99.1 %, uno de los descensos más abruptos de la última década.
Las autoridades panameñas atribuyen este desplome a un conjunto de factores regionales. Entre ellos destacan las nuevas medidas de control fronterizo impulsadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, las acciones adoptadas por México y el reforzamiento de los operativos de seguridad en Colombia, que han reducido de forma significativa la presión migratoria hacia el istmo.
El director del Servicio Nacional de Migración, Roger Mojica, indicó que los indicios apuntan a que la tendencia a la baja se mantendrá durante el próximo año. Además, confirmó el cierre de todos los campamentos migratorios en el Darién, incluido el de Lajas Blancas, que durante años funcionó como el principal punto de recepción de migrantes.
En paralelo, Panamá enfrenta una nueva dinámica: la migración inversa. De acuerdo con cifras oficiales, 22,392 migrantes han cruzado el país de norte a sur, procedentes de Estados Unidos y con destino a distintos países de Suramérica. Este flujo ha impactado comunidades de la provincia de Colón, como Miramar, en el corregimiento de Santa Isabel, y comienza a reconfigurar los patrones migratorios en la región.


