Cuando el agua esmeralda del Caribe panameño comenzó a teñirse de negro, ya era demasiado tarde. Ocurrió en Colón, el 27 de abril de 1986: un tanque de almacenamiento de petróleo de la Refinería Panamá derramó 38.3 millones de litros (240 mil barriles) de petróleo en bahía Las Minas.
A casi 20 años del catastrófico derrame en la costa atlántica del istmo de Panamá, los científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés) quieren hacer un nuevo inventario del crudo que quedó atrás y las especies que se recuperaron.
En su momento, se registró como el mayor derrame cerca de arrecifes de coral y manglares en la América tropical.
Estudios realizados por STRI revelaron que el derrame deforestó 7% del total del área de manglar en la bahía y los que quedaron requerirían 50 años para recuperarse por completo.
Fue tal el desastre que bahía Las Minas pasó a ser el derrame estudiado con mayor detalle en los trópicos.
Pero, según la investigadora Helena Fortunato, nunca se supo la cantidad de petróleo que no se recuperó durante el derrame del 86. Sólo se sabe que la refinería reportó la recolección de 60 mil galones del petróleo disipado, informó la científica.
"Pero la fracción más pesada del petróleo se queda en el fondo del área como sedimento", explicó. El problema es que años después de la limpieza, cuando hay tormentas, se revuelve el hidrocarburo, emerge y "re-infestan" los manglares. Fortunato, quien formó parte del equipo de evaluación a largo plazo del derrame, también trabaja en el Laboratorio Marino de Galeta de STRI, ubicado al lado oeste de bahía Las Minas.
Sin embargo y a pesar del desastre, en la opinión de Carlos Sagrera, jefe de operaciones de Ocean Pollution Control (OPC), empresa especializada en limpieza de hidrocarburos, es necesaria una conciencia ambiental ciudadana que podría evitar nuevos problemas. En ese sentido, para el aniversario número 20 del derrame, los científicos planean una campaña para informar a la población sobre el tema.
Un licuado de ostras
Aunque parezca extraño, un licuado de moluscos es una de las pruebas más efectivas para detectar cuánto hidrocarburo queda acumulado en las zonas costeras como los manglares.
Ivonne Peraza es una de dos becarias que desarrolló el análisis en el 2004. Explicó que los moluscos son buenos indicadores del ambiente porque "son filtradores constantes del agua en el que habitan, como la del manglar", señaló.
Primero, se sacan los moluscos de la concha. Luego se baten bien y se le agrega hexano, una sustancia química manufacturada del petróleo, para determinar los componentes "pesados" en las mezclas líquidas de hidrocarburos.
En el análisis se descubrió un líquido inflamable llamado xileno que penetra los tejidos de las ostras en unos siete minutos y se confirmó que aún hay contaminación.
El estudio recogió muestras de cinco lugares: bahía Las Minas, isla Naranjo, Isla María Grande, la fábrica de cemento y Largo Remo.Por su posición como ruta mundial de trasiego de petróleo, bahía Las Minas siempre será vulnerable. El agua transparente del Caribe teme el peligro de la amenaza negra. Ya conoce sus consecuencias.

