First Quantum blande en una mano el garrote (la demanda de $20 mil millones contra el Estado) y en la otra, una bandera de paz (un buen arreglo es mejor que un pleito largo y sin garantías). Al mismo tiempo, nos dora la píldora: la minería no es tan mala, se puede llegar a un arreglo que satisfaga a las partes, mientras una campaña de relaciones públicas lleva a los interesados a la mina: abre lo que ya no es suyo y lo que antes estaba estrictamente prohibido.
Con el garrote nos dice que nos castigará económicamente si no dejamos que el proyecto continúe. Si solo fuera esa opción, esta podría acarrear más ira, al punto de que no quede un solo minero en el país. Por eso necesitan la alternativa: que se les vea como salvadores de la economía, sin castigos. Pero, lo más importante, lo que no dicen, es que quieren mantener la explotación porque ese yacimiento es de los más grandes del mundo, con minerales para mucho más allá de las proyecciones. miles de millones en ganancias durante 40 o 60 años.
La estrategia del garrote y la zanahoria probablemente responda a una estrategia planificada por especialistas con experiencia en crisis, ideada por exoficiales estadounidenses, expertos en inteligencia militar, que conocen bien la región, que han residido en Centroamérica y Panamá y que hoy le brindan asesoría a la minera, pues el problema es complejo: no solo se busca convencer a un gobierno, sino a una sociedad que salió a las calles espontáneamente durante semanas para expresar su furia por el contrato.
Conseguir del Gobierno lo que First Quantum quiere no es un problema. Ya lo logró antes, pasando por encima de la Constitución. Además, el Gobierno necesita fondos y alternativas que lo alejen del arbitraje internacional. Pero la sociedad es una historia distinta, diametralmente opuesta al interés minero o a las necesidades del Gobierno. El asunto es que es un movimiento liderado por jóvenes, cuyas motivaciones los políticos jamás entenderán.
Nuestra clase política se mueve solo motivada por el dinero. Los ideales, los principios, la ética son intangibles inalcanzables para esta. Los políticos creen que todo el mundo es igual a ellos, en especial los corruptos, que juran que todos tienen un precio. Y aquí es donde se equivocan: a la sociedad –primordialmente a los jóvenes– no parece importarle cuánto deja de ganar si se cierra la mina, así que la motivación no es el dinero, por lo contrario, es todo lo que carecen políticos como Pineda, Robinson, Yanibel, Nito, su vice y sus codiciosos chiquiministros. Todo lo que huela a principios es desconcertante para ellos.
Tampoco entienden que muchos crecimos bajo el paraguas del Gobierno de Estados Unidos, con sus grandes defectos y relaciones que en ocasiones fueron sangrientas. Ceder un centímetro del país a un gobierno extranjero nunca será aceptado. Así que toda la penumbra en la que se movió la minera para lograr su contrato ahora es oscuridad total: En esas protestas, la sociedad le dijo: Si no quieres transparencia, entonces aquí está tu oscuridad: Le apagó la luz, y en su mejor francés –aprendido de Bunau Varilla– le dijo: largo de Panamá. Y no hay Mclarty ni Highlights ni Daylight que haga cambiar de opinión a los panameños.


