Olvídese de internet. Olvídese de la Web 2.0. Ocurrió de nuevo. Mientras usted dormía, el mundo tecnológico dio no un paso, mil pasos adelante. Un salto cuántico. Ayer nació, oficialmente, The Grid, ‘la malla’. En términos de informática, nada volverá a ser como antes.
El Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN, por sus siglas en inglés) inauguró un sistema que es 10 mil veces más rápido que internet, que conectará inicialmente 100 mil computadoras de 33 países que podrán trabajar con datos y recursos compartidos, con la pasmosa capacidad de procesar entre 10 millones a 15 millones de gigabytes por año.
De popularizarse, The Grid podría permitir bajar largometrajes en cuestión de segundos, enviar paquetes de miles de canciones a igual velocidad entre Londres y Japón, y hasta generar hologramas, según han dicho los expertos a la prensa internacional.
Pero de momento esta poderosa nueva red informática se utilizará para procesar las toneladas de información que generará el otro proyecto estrella del CERN: el gran acelerador de partículas (LHC), la máquina científica más grande del mundo, que busca reproducir el origen del universo y detectar las partículas fundamentales de la materia, hasta ahora teorizadas, pero nunca antes vistas.
El acelerador, un túnel circular de 27 kilómetros de longitud soterrado a 120 metros de profundidad cerca de Ginebra, en la frontera entre Francia y Suiza, hizo su primera prueba exitosa el pasado 10 de septiembre, pero 10 días después tuvo una avería al congelarse dos imanes clave para generar la aceleración subatómica. Aunque pasarán meses antes de que se pueda volver a usar, será inaugurado el próximo 21 de octubre.
FÁBRICA DE REDES
En 1990 Tim Berners-Lee creó desde el CERN un sistema de intercambio de datos entre universidades y centros de investigación, que rápidamente se extendió y popularizó por todo el mundo: la World Wide Web. Hoy el CERN protagoniza otra revolución en las redes.
El profesor de física de la Universidad de Glasgow David Britton, quien es uno de los líderes del proyecto, dijo a comienzos de año a medios internacionales que la tecnología de The Grid “revolucionará a la sociedad”. “ Con esta tecnología, las generaciones futuras tendrán la posibilidad de comunicarse de una manera que hoy no nos podemos imaginar”, sostuvo Britton.
El experto, citado por el diario británico The Sunday Times, dijo que la idea de The Grid surgió hace nueve años, cuando los investigadores del CERN se percataron de que con el LHC iban a generar tal cantidad de datos que la velocidad de internet actual no iba a ser suficiente y que colapsaría. “La idea de esta red nació en Italia en 1999, cuando comenzamos a enfrentar el problema de lo que había hacer para compartir nuestros recursos para el cálculo de los datos que saldrán del LHC”, dijo a la agencia ANSA Marco Mazzuccato, del Centro Nacional para las Tecnologías Informáticas de Italia.
Los llamados protocolos grid podrán interconectarse con casi cualquier cosa: bases de datos, herramientas de simulación y visualización y hasta la potencia de las propias computadoras. El futuro ya llegó.
Big Bang, agujeros negros y la ‘partícula de Dios’
Parece una trama conspirativa de ciencia ficción. Pero es real. Los científicos del CERN, institución creada en la década de 1950, se propusieron reproducir las condiciones del Big Bang, el origen del Universo, a fin de obtener respuestas a preguntas sobre la naturaleza del espacio y la materia. Para ello crearon el más grande colisionador de partículas.
Esta máquina es tan grande (un túnel anillado de 27 kilómetros) porque solo así se logra la aceleración necesaria para que los haces atómicos puestos a girar en sentidos opuestos choquen y hagan visibles las partículas que los componen, entre estas el elusivo bosón de Higgs, o ‘partícula de Dios, una partícula subatómica que nadie ha visto, pero que ha sido calculada y podría componer la materia primordial del Universo. Otros científicos han advertido de posibles peligros en este experimento y hasta han tratado de impedirlo por la vía legal. La razón: si algo sale mal, dicen, la desintegración atómica podría liberarse, creando un agujero negro, que haría desaparecer la Tierra y parte de la Vía Láctea. Nada menos.
