Resulta curiosa la variedad de versiones que se pueden generar a partir de un hecho ocurrido en 25 minutos, tiempo en que se desarrollaron los sucesos durante los cuales murió el obrero Luigi Argüelles, el 16 de agosto pasado en Isla Viveros. Pero, realmente qué fue lo que pasó aquella mañana.
Hoy se cumplen 11 días desde la muerte del trabajador y, tras la declaración de por lo menos 30 personas, la Fiscalía Auxiliar formuló cargos de homicidio al cabo Agustín Garay, francotirador del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía, quien es el único detenido por el caso.
De esa cantidad de declaraciones, recogidas en el expediente que instruye la Fiscalía Auxiliar, se pueden tomar tres que reflejan igual número de ángulos en los que coinciden y discrepan unos y otros.
Se trata, pues, de las versiones del propio cabo Garay; del secretario de prensa del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción (Suntracs), Raymundo Garcés; y del teniente de corbeta Fernando González Olaya, quien comandaba las tropas del Servicio Marítimo Nacional presentes en la isla durante los eventos.
Todos coinciden en que la refriega se generó a partir de las 8:00 a.m., luego de que miembros del Suntracs desembarcaron en el sector 13 de Isla Viveros procedentes de la Isla San Miguel.
Los obreros llegaron en tres pangas -cada una con capacidad para unos 10 hombres- y, según el testimonio de González Olaya, ninguno portaba armas al momento de dicho desembarco.
La visita del Suntracs, según dijo Garcés al fiscal auxiliar, Luis Martínez, buscaba advertir a los obreros de la constructora Maqtec S.A. -unos nueve, para ese momento- que no podían continuar con las obras del proyecto turístico, ya que había una resolución de paralización dictada por la Alcaldía de Panamá.
Minutos después del desembarco, los obreros del Suntracs se dirigieron a una de las casas modelo del proyecto, que les sirve como centro de operaciones desde que comenzó la pugna laboral, el 29 de junio pasado, y luego, al percatarse de que la construcción seguía, marcharon para enfrentar a los trabajadores de Maqtec.
Siete tiros bajo amenaza
Es a partir de este momento cuando las versiones se separan unas de otras.
El cabo Garay sostuvo en el informe que remitió el mismo día de los hechos al jefe del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía, Gustavo Cortez, que los obreros del Suntracs "mantenían varias armas de fuego tipo revólveres en la mano" y amenazaban con "picar y comer" tanto a los policías como a los trabajadores de Maqtec S.A., quienes, a su vez, ratificaron esa información ante la Fiscalía Auxiliar.
Según la versión del cabo, él y sus compañeros -ese día había por lo menos 16 policías en la isla- trataron de detener a los obreros, pero éstos se opusieron y, más bien, comenzaron a arrojar "piedras, palos y machetes" contra ellos. Fue entonces cuando el propio Garay les arrojó una bomba lacrimógena, que, sin embargo, no contuvo el avance.
"…Optaron por avanzar en dos flancos para acorralarnos a nosotros y a los trabajadores, por lo que procedí a efectuar siete detonaciones…", indicó el cabo en su informe.
Después de dichos disparos, agregó, sus compañeros arrojaron otras bombas lacrimógenas y luego los obreros sereplegaron.
"Quiero aclarar que una vez que realicé las detonaciones, los miembros del Suntracs se dispersaron y abandonaron el lugar por sus propios pies, todos corriendo en una sola dirección, sin observar que cayera persona alguna; ni me di cuenta que hubiese impactado a alguien", acotó.
Por una lacrimógena
La versión de Garcés, entretanto, afirma que cuando él y los demás miembros del Suntracs caminaban hacia los trabajadores de Maqtec S.A., varios policías le salieron al paso y ni siquiera pudieron presentar sus reclamaciones, porque uno de los funcionarios, que no identificó, realizó un disparo de escopeta al piso y otro uniformado les arrojó una bomba lacrimógena.
En ese momento, contó, Argüelles trató de tomar la bomba lacrimógena para arrojársela de nuevo a los policías, pero no pudo hacerlo pues le dispararon. Sobre este último tiro, Garcés responsabilizó al sargento Manuel Moreno.
Su declaración fue matizada con el testimonio de otro dirigente del Suntras, Osvaldo Villamil, quien aseguró que antes de los disparos Argüelles le dijo a Moreno que "quería echar un cinco con él"; es decir, pelear con él, a lo que el funcionario le respondió: "Tú eres el más liso" y luego le disparó.
Una vez herido, dijeron los miembros del Suntracs, Argüelles corrió unos 50 metros y luego se desplomó. Lo cargaron hasta el muelle, pero al llegar allí ya estaba muerto.
‘Le arrebató la escopeta’
En adición a las anteriores versiones, el teniente de corbeta Fernando González Olaya planteó ante la Fiscalía Auxiliar algunos elementos que no habían sido expresados.
Por ejemplo, que cuando los obreros del Suntracs se toparon con el cordón policial, detrás de este estaban los trabajadores de Maqtec S.A., quienes gritaban "puras palabras sucias" y amenazaban a los primeros.
Además, que entre el momento en que cayeron las lacrimógenas y se realizaron los disparos con la escopeta, el sargento Moreno sacó una "pistola" y disparó. González Olaya no supo explicar hacia dónde fueron esos tiros, porque solo alcanzó a ver a Moreno con la "pistola hacia el aire".
Más allá, aseguró haber visto a Moreno cuando le arrebataba la escopeta a un cabo cuyo nombre no se acordaba, pero que se supone es el cabo Garay. El teniente de corbeta aclaró, sin embargo, que no pudo ver si Moreno disparó la escopeta, pese a que en ese instante oyó un tiro, ya que uno de sus subalternos, el sargento Castillo, lo haló de su uniforme con la intención de protegerlo.
Al igual que Garay, González Olaya dice que se enteró de la muerte de Argüelles tiempo después del hecho, sobre todo porque él y su personal debieron marcharse de urgencia a la Isla San Miguel, pues una turba atacaba su comando. Esa es, sin embargo, materia para otra historia.

