Tras el asesinato del vicepresidente del Colegio de Abogados de Panamá, Juan Carlos Dudley, el 13 de diciembre pasado, en un motel de la vía Transístmica, muchas historias se han tejido alrededor de esas casas de ocasión.
Pero, ¿son en verdad los push buttons lugares inseguros ?, o ¿sencillamente se trata del morbo de la gente?
De algo sí se está seguro. Que son un negocio rentable. De hecho, son 17 los que hay en la capital; cada uno mueve de 150 a 200 personas diariamente y genera entre 700 y mil 200 dólares cada día, cifras aportadas por Manuel García, presidente de la Asociación Iberoamericana de Panamá, que reúne a los propietarios de push buttons de la capital.
Para Rolando Mirones, director de la Policía Nacional, esos locales "no son clandestinos ni operan clandestinamente, pues tienen sanción de salud, impuestos y seguridad. Lo inseguro es con quién uno va y en qué estado".
En cuanto a la seguridad propiamente dicha, estadísticas oficiales revelan que en 2007 solo se registraron seis muertes en esos moteles: un asesinato, cuatro accidentales y otra por causas naturales.
Vistos los números en perspectiva, queda claro que ese solo homicidio representa apenas 0.2% de los 429 homicidios reportados por la Policía Técnica Judicial en 2007.
Los casos de 2007
Según los registros oficiales, las muertes accidentales –a causa de la inhalación de monóxido de carbono– ocurrieron el 21 de julio en el motel París de vía Transístmica, con resultado de tres víctimas; y el 7 de diciembre en el push El Recreo de Curundú, con saldo de una víctima más.
"El monóxido de carbono es un gas tóxico que, al respirarse en ambientes de poco oxígeno –como los estacionamientos de los push buttons–, reemplaza en pocos minutos el oxígeno de la sangre y provoca somnolencia, pérdida del conocimiento y por último una parálisis respiratoria que se traduce en muerte", explicó el médico Salomón Zebede.
En tanto, la muerte natural fue reportada el 24 de marzo en el motel Montecarlo de la vía a Tocumen y el crimen de Dudley, como se dijo, el 13 de diciembre en el push París de vía Transístmica.
De asesinatos
El homicidio no es común en los push buttons, apuntó el fiscal auxiliar encargado Eduardo Guevara, quien explicó que la razón para lo anterior radica, estrictamente, en la dificultad que tienen los asesinos para escapar.
"Pocas personas se arriesgan a matar a alguien ahí, porque antes de salir los empleados del push revisan el cuarto y es muy fácil atraparlos", dijo.
Más común, explicó Guevara, es que lleven a la persona al push, la droguen y la lleven a otro lugar para matarla.
Manuel García, quien además es dueño de varios moteles en la capital, acotó que mientras el cliente "no se meta con nadie ni haga bulla ni dañe el lugar, puede hacer lo que quiera".
Y es que, contrario a lo que piensan muchas personas, García aseguró que en los moteles no hay cámaras ni en los cuartos ni en los estacionamientos.
Eso sí: todos los push de la capital cuentan con seguridad privada en los pabellones internos, enfatizó.
Esos funcionarios, explicó, reaccionan ante ruidos y gritos extremos llamando por teléfono al cuarto para preguntar si todo está bien. Si no se detiene el escándalo, entonces llaman a la Policía o, en caso de muerte, a la fiscalía pertinente.
