Las campanadas indican hoy el inicio del año escolar, sonido que trae para algunos padres una dosis de tensión. Con cada año lectivo, el número de asignaciones que envían los maestros a casa para sus estudiantes es tomado por los adultos como una misión que ellos también deben superar. Es por eso que se ha vuelto común que sean los padres quienes tomen el papel de maestros en casa, para así asegurar el éxito de su hijo en la vida académica y algunos van más allá al resolverles las tareas escolares a sus chicos.Sin embargo, los expertos no ven con buenos ojos que los adultos en el hogar se vuelvan a colocar el sombrero de estudiantes. “Los padres que ya terminaron su educación primaria o secundaria no tienen por qué volver a repetirla solo por resolverles las dificultades a sus hijos”, advierte la psicóloga Tiare Tapia, especialista en niños y adolescentes.
Miriam Aguilar
Directora Nacional de Educación Comunitaria y Padres de Familia del Ministerio de Educación
Esa idea la refuerza la docente y formadora de maestros Debbie Psychoyos, de la fundación Proed, quien añade que muchos padres incurren en ese error porque se concentran en que sus hijos obtengan el mejor puntaje posible y no en el real aprendizaje que será la base para su futuro. Proyectos perfectos, páginas nítidas y presentaciones elevadas son las entregas habituales que los maestros detectan con regularidad como obras hechas por manos profesionales. Lo que lleva muchas veces a fomentar “una competencia desigual” en el salón de clases, indica Psychoyos. Tapia, también catedrática, señala que esta práctica de parte de los adultos está limitando el desarrollo cognitivo de sus propios niños, que a la larga solo van creando jóvenes desganados, sin iniciativa, incapaces de leer libros por pereza y adultos temerosos de echar a andar proyectos de vida por sí mismos.
Tarea escolar, asunto de hijos
El papel de apoyo de los padres debe desligarse de la imagen de un padre colocado “codo a codo” sobre el escritorio con su hijo frente a un cuaderno.De acuerdo con Tiare Tapia, psicóloga especialista en comportamiento infantil y juvenil, es más provechoso que el niño haga sus deberes solo y que sea el adulto quien verifique los resultados al final de la sesión. Con la agobiante vida de los adultos, Tapia identifica que cuando los padres terminan haciendo las tareas es porque se han acostumbrado a ser la sombra mientras sus hijos hacen los deberes académicos. Lo que significa, en muchos casos, que los niños comienzan a estudiar en horas nocturnas y luego, abatidos por el cansancio y el sueño, no logran cumplir el objetivo propuesto.Para Debbie Psychoyos, dedicada a la pedagogía entre docentes desde la fundación Proed, las tareas no deben ser la única actividad entre padres e hijos, puesto que el núcleo familiar debiera reforzar temas como valores, cultura, afectividad y aspectos de la personalidad.Sin embargo, con las tareas pendientes el adulto debe estructurar rutinas para los niños, como descansar, comer o correr en el parque antes de dedicarse a las asignaciones escolares. Psychoyos reconoce en el sistema educativo moderno un desbalance en el aumento de tareas frente al tiempo libre de los alumnos. “En casa se debe hacer una planificación, de manera que un proyecto no quede pendiente para un solo día”, resuelve la especialista.Para asegurar la eficiencia en el desarrollo escolar, la psicóloga Tapia recomienda inscribir a los niños en centros de estimulación en edades tempranas, puesto que los infantes van aprendiendo e incorporando sus propias maneras de absorber el conocimiento.En Panamá, el 42% de la población infantil no asiste a la formación preescolar, de acuerdo con el Informe Nacional de Desarrollo Humano Panamá 2014, lo que puede estar creando vacíos en el desarrollo académico de infantes al alcanzar los grados superiores.Esto puede ser un arrastre difícil de subsanar en etapas mayores, coinciden ambas especialistas. Daños a largo plazo Cuando el adulto desplaza al alumno y hace íntegramente el trabajo escolar, está enviando involuntariamente mensajes negativos que lastiman la autoestima del menor: “Tu esfuerzo no vale nada”, “Tú no sabes cómo hacerlo”, “Mejor déjamelo a mí” o “Yo lo hago mejor que tú”.Una de las consecuencias de hacerles las tareas a los hijos es crearles dependencia. “Esto crea inseguridad en los hijos, afectando su personalidad, genera poca responsabilidad, carencia de interés y de atención en las clases”, enumera Miriam Aguilar, directora Nacional de Educación Comunitaria y padres de familia del Ministerio de Educación.“El menor puede desinteresarse en pasar un plan al cuaderno o trabajar en algún proyecto solicitado, porque sabe que sus padres siempre van a sacarlo de los aprietos”, insiste Tapia.
Recomendaciones
Entre los consejos que brinda Aguilar en la correcta manera de guiar el estudio en los alumnos enuncia: repase conjuntamente con sus hijos la lección después de que ellos la hayan estudiado, solicite a sus hijos que subrayen lo más importante del tema estudiado para reforzar esa área, vigile el área establecida para el estudio en la casa, establezca una hora fija para el estudio, muestre interés por la labor que sus hijos desarrollan en clases y haga que tomen una siesta antes de la hora de hacer tareas.
