Los estudiantes panameños de 15 años se someten por tercera vez a escrutinio mediante el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que evalúa desde el año 2000 los conocimientos y las habilidades adquiridas por los alumnos para su participación plena en la sociedad.
Es el indicador internacional de educación más conocido, que permite tener datos sobre el avance o rezago de las políticas educativas en los países del mundo a través de pruebas de lectura, matemática y ciencias.
En el caso de Panamá, la prueba permitirá medir el impacto del aprendizaje a distancia aplicado durante la pandemia, versus el presencial.
Ya en 2009, Panamá obtuvo una puntuación pésima en las pruebas y quedó en la posición 62 de 65 naciones calificadas, es decir, a solo 3 puestos del peor calificado.
En la prueba de 2018 fueron evaluados 77 países y Panamá quedó en el puesto 71. Participaron 6 mil 270 alumnos, una muestra al azar de un total de 72 mil 084 estudiantes de 15 años.
A pesar del arrastre académico, que se profundizó en los dos primeros años de la pandemia –según lo reconocen las mismas autoridades educativas–, en 2022 participan 6 mil 300 estudiantes de 16 regiones educativas, de escuelas oficiales y particulares. La aplicación de las pruebas finaliza mañana 31 de agosto.
La directora de Evaluación del Ministerio de Educación (Meduca), Gina Garcés, confirmó que, en efecto, la prueba permitirá al país tener información para monitorear la evaluación del aprendizaje de los estudiantes y los resultados del sistema educativo nacional.
Subrayó que la prueba presentará resultados respecto a lo que saben los estudiantes y lo que pueden hacer con eso que saben, así como sus actitudes frente al aprendizaje y su contexto social y cultural.
La evaluación es aplicada a través de un dispositivo electrónico y el estudiante tiene un tiempo aproximado de cuatro horas para la prueba, cuyas respuestas son totalmente confidenciales y no afectan de ninguna forma el rendimiento de los estudiantes seleccionados.
Panamá asumió el reto de la prueba PISA, pese a que el propio presidente de la República, Laurentino Cortizo, manifestó durante el pasado mes de marzo que está seguro de que el país saldrá mal, una vez más.
“Ya yo estoy cansado de que en todos esos exámenes internacionales nuestros estudiantes salgan mal. Vamos a ir con la prueba PISA, que estoy seguro de que también vamos a salir mal”, dijo el mandatario, al tiempo que reconoció que la educación es el gran reto de este gobierno y de los que vienen.

Últimos datos de PISA
Los resultados de las pruebas de 2018 mostraron que más de la mitad de los alumnos panameños de 15 años no entiende lo que lee y 7 de cada 10 no podía ni siquiera resolver un cálculo matemático básico.
En ese ranking global de materias, Panamá ocupó el puesto 76 en lectura, 76 en matemática y 75 en ciencia (de 77 países evaluados), lo que evidenció una cruda realidad: los alumnos panameños no tenían los conocimientos y habilidades necesarios.
En ese entonces, Panamá se situó muy por debajo de la zona media, tanto en lectura y comprensión de un texto escrito –en el que los más fuertes son Estonia y Canadá– como en matemática y ciencias, materias dominadas por los chinos.
“Los resultados que brinda PISA son un espejo sobre el que Panamá puede mirarse. Son datos que desagregan en detalle el funcionamiento de su sistema educativo bajo la mirada de lo que otros países (con condiciones similares o muy distintas) logran respecto a la calidad de su enseñanza y la equidad en la distribución de oportunidades en educación”, dicen los expertos de la OCDE en la prueba.
Nivia Rossana Castrellón, especialista en educación y mentora de Jóvenes Unidos por la Educación, dijo que esta prueba es una excelente herramienta para medir el impacto de la pandemia en los estudiantes que cursaron séptimo y octavo grado en la modalidad a distancia. “Probablemente, serán notorias las diferencias en los alcances de los aprendizajes, dependiendo de la modalidad a distancia a la que tuvieron acceso los estudiantes”, añadió.
A juicio de Castrellón, Panamá no debe tenerle miedo a los resultados, ya que permitirán hacer un diseño de cómo plantear la recuperación del aprendizaje, dependiendo del tipo de lagunas que tengan los alumnos, tomando en cuenta las dificultades de los centros escolares, las familias y los propios estudiantes, pues la prueba PISA mide los factores asociados.
Humberto Montero, vocero de la Asociación de Maestros Veragüenses, dijo que los resultados que se obtengan no solo serán responsabilidad de los educadores, sino también del Meduca, de los estudiantes y padres de familia.
Para Montero, Panamá no estaba preparando para esta prueba y todos los actores debían sentarse para trabajar de manera organizada, elaborar un plan para preparar a los estudiantes a las pruebas, no solo PISA, sino todas las que se realizan para medir el conocimiento de los estudiantes.
Panamá participó por primera vez en PISA en 2009. Desde ese año y hasta 2014, las evaluaciones dejaron de constituir una prioridad de la política educativa del país, con excepción del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

