Acudí a la Feria Internacional del Libro de Panamá 2025, a fin de atender gentil invitación que, una funcionaria del MIDES, tuvo a bien hacernos a un grupo de miembros del Club de Lectura Los Guayacanes de la Junta Comunal de Bella Vista.
Me motivé en asistir al evento porque cultivo cierta pasión por la lectura: disfruto hojear los libros, observar su letra, detallar el estilo y la redacción de los autores y comprar solo aquellos que captan mi atención. Pero hubo otra motivación: Marruecos era el país invitado.
Esa nación tiene un significado especial para mí. Allí nació y se formó Mohammed El-faiz, entrañable amigo y compañero de estudios durante nuestras estancias respectivas en la Universidad Grenoble II, Francia, institución académica de Ciencias Sociales, humanas, economía y derecho, y Universidad Grenoble-Alpes desde el 2016.
En el moderno y hermoso campus de la Universidad, trabé amistad con Mohammed, economista marroquí y estudiante de doctorado en economía agrícola. Gracias a su bonhomía pude conocer ciertos aspectos de su país, su cultura, historia, gastronomía, dulcería exquisita y la depurada artesanía de Fez.
A su regreso a Marruecos, se desempeñó como Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales de la Universidad Cadi Ayad de Marrakech, en la que destacó como académico de prestigio que, entre otras aptitudes, hablaba y dominaba el árabe, su lengua materna, y se expresaba correctamente en francés, español, inglés y alemán.
Sus publicaciones, representadas en numerosas obras del conocimiento, incluyeron un amplio espectro de la historia de la agronomía, de la hidráulica y el patrimonio del territorio y paisajístico, particularmente de los jardines árabes con una respetable cantidad de artículos y libros y conferencias en muchos países.
En el estand de Marruecos de la Feria del Libro tuve el inmenso placer de encontrar uno de su coautoría: Los jardines de Marruecos.
Mohammed era una persona de trato afable, hablar pausado, pedagogía innata para explicar claro sus pensamientos, y tenía además una empatía natural para conectarse con sus semejantes.
Pero en sus convicciones exhibía una firmeza inquebrantable. Dos anécdotas dan cuenta de este aserto.
En la oportunidad de redactar un artículo académico para una revista especializada española, decidió poner fin a la confusión sostenida durante dos siglos del origen romano de la agronomía musulmana española de al-Ándaluz, “sin fundamento científico alguno”, y la resituó científicamente en sus orígenes árabes. Y con motivo del pedido de un amigo común de servirle como guía para visitar el jardín Majorelle en Marrakech, creado durante casi cuatro décadas por el pintor francés Jacques Majorelle desde 1924, Mohammed se negó rotundamente a hacerlo. ¿La razón? Ese jardín era un diseño francés y estaba compuesto de plantas exóticas y especies raras, ajenas a Marruecos y a los jardines árabes. Además, la propiedad había sido adquirida, restaurada y ampliada en su colección de plantas por el diseñador de modas y perfumes Yves Saint Laurent. Así era Mohammed El-faiz, un marroquí de trato afable y convicciones firmes.
El autor es profesor jubilado (Titular) de la Universidad de Los Andes, Mérida-Venezuela.

