“Escribo entre cuatro paredes, pero con las ventanas abiertas”, dijo Sergio Ramírez en Alcalá de Henares en su discurso de recepción del premio Cervantes, en clara alusión a que, si bien su literatura es producto de la imaginación, está siempre “encandilada” por la realidad.
Con un lazo negro en la solapa de su saco, empezó diciendo: “Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república”.
Para reivindicar el protagonismo que la literatura reserva a aquello que muchas veces es ignorado por la historia, en otra parte de su intervención agregó: “una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas”. “Como novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo. “Cerrar los ojos es traicionar el oficio”.
Sus puntuales aseveraciones me hicieron recordar una cita del escritor portugués José Saramago: “Nuestro oficio es levantar piedras. Si debajo de ellas encontramos monstruos, no es nuestra culpa”.
Sin duda, Ramírez, gestor y promotor de Centroamérica Cuenta, es un escritor natural que sabe de qué está hablando. Conversa con suaves ademanes. No se desgañita. Enamora con las palabras. Parla como un arroyo cristalino. Es un agudo observador que sabe cómo convertir la realidad en una obra de arte a través de la imaginación plasmada en sus novelas.
Ramírez afirma que, a través de los siglos, la historia se ha escrito siempre en contra de alguien, o a favor de alguien. La buena literatura en cambio, logra plasmar la realidad, pero sin tomar partido, ya que, si lo hace, “arruina su cometido”. A través de la novela, ambos mundos: el real y el imaginario, se complementan y a la vez sirven de contrapeso ante los ojos del lector que desea formarse un juicio propio.
Escuchar las ponencias de Sergio Ramírez siempre es un deleite para el intelecto, ya que sin perder de vista el tema de “la realidad” que circunda al novelista; el núcleo de las palabras del escritor de Margarita está linda la mar, es siempre un sublime canto al vínculo transatlántico del idioma español, con nuestra América mestiza. Los escritores deberíamos sentirnos motivados a seguir el ejemplo de sencillez y grandeza de este gran hombre de letras.
El autor es escritor y pintor


