Colectividad. Con ese término, Panamá se acoge a nuevas formas de emprendimiento. Causas, proyectos y nuevas ideas se integran con este concepto, que parece abrirse camino con celeridad en internet.
La premisa ha probado su efectividad en línea, con estructuras populares como las redes sociales, por ejemplo. Empero, nuevas formas de colaboración comienzan a generar creces en la web.
Es ahí donde el crowdfunding o el micromecenazgo colectivo destaca como una plataforma capaz de impulsar y materializar proyectos o iniciativas.
El concepto se ha “viralizado” en todo el planeta, asegura la revista Forbes, que vaticina prosperidad para esta “industria”, que en cinco años ha logrado posicionarse en el top of mind comunitario y como fuente de ayuda financiera para emprendedores, artistas, ambientalistas y filántropos.
El sitio especializado Crowdsourcing.org informó que en 2012 unas 300 plataformas internacionales de micromecenazgo lograron financiar cerca de un millón de proyectos en el mundo, que en dinero se traducen en unos 2.7 billones de dólares recaudados.
Su noción es sencilla: hacer una colecta desde la web, explican Davinia Uriel y Mónica Mora, de la plataforma istmeña Costéame, quienes consideran a la actividad como una forma de empoderar a personas o grupos creativos para concretar sus planteamientos.
En el ámbito local, Uriel y Mora explican que la actividad aún se encuentra en penetración, aunque paulatinamente crece el número de interesados en apelar a este sistema, que se apoya en gran medida en la afinidad del público con el proyecto.
“Con el crowdfunding, además de aportar monetariamente a una causa en la que crees, recibes una recompensa a cambio”, afirman Uriel, encargada de Comunicaciones, y Mora, gerente de proyectos de la plataforma nacional.
En consecuencia, el portador se convierte en “más que un donante”, dicen las especialistas, quienes aseguran que como resultado, cada proyecto logra formar una comunidad en torno a su argumento.
AFINIDAD COMUNITARIA
En noviembre de 2014, el fotógrafo estadounidense Darren Ornitz envió a algunos de sus amigos y familiares una petición importante.
Durante una asignación en la capital panameña, se encontró con ‘Taquito’, un pequeño cachorro abandonado en las cercanías de su casa, que precisaba de comida y atención médica.
Ornitz rescató al can, que resultó sufrir de malestares graves, como infecciones estomacales y anemia, que requerían de atención veterinaria y fármacos costosos.
El fotógrafo expuso el caso en el sitio GiveForward.com, que se especializa en recaudaciones para atenciones médicas, solicitando 2 mil dólares para costear la recuperación de ‘Taquito’, quien al siguiente mes falleció, pero logró llamar la atención de un público que donó el 87% de lo solicitado.
En el ámbito artístico, hay muchos casos locales, siendo la génesis del documental Reinas, de Ana Endara, uno de los ejemplos más conocidos sobre crowdfunding.
Reinas se anunció como un proyecto en desarrollo, que para septiembre de 2011 recibió 19 mil 67 dólares, sobre los 17 mil dólares solicitados para su producción, según la plataforma Kickstarter.com.
En Panamá, los proyectos o campañas de micromecenazgos suelen ser buscados por emprendedores del sector cultural.
El narrador oral Carlos Fong y la fundación Gramo Danse destacaron en 2014 por llevar a buen puerto sus campañas para costear sus participaciones artísticas en festivales internacionales.
“La gente fue sensible con la cultura”, asegura Fong, quien con 22 costeadores sobrepasó su meta inicial de 2 mil dólares.
“Las personas tienden a identificarse cuando se trata de panameños que van a representar al país en otras latitudes”, agrega, por su parte, Katherine Bucktron Olle, directora ejecutiva de Gramo Danse, quien consiguió mil 665 dólares por encima de los 6 mil requeridos para participar en el Festival Yucatán Escénica en México.
Davinia Uriel y Mónica Mora, de la plataforma Costéame, dicen que los aportes monetarios son consecuencia de la conexión o afinidad del público sobre un proyecto, así como la trayectoria y credibilidad de sus autores.
Un proyecto triunfa “cuando logra llegar a su audiencia meta, se da a conocer y cuenta con personas comprometidas con su causa, no solo con dinero, sino como agentes multiplicadores del mensaje y seguidores de los proyectos”, añaden las expertas, quienes destacan las campañas de Gramo Danse y de la obra teatral El Ahogado como las más exitosas.
De acuerdo con Costéame, fundada en 2012 como una empresa startup, el perfil de emprendedor puede ser heterogéneo y no se limita al sector artístico.
El panorama tampoco se limita a las urbes. Costéame impulsa una campaña de reforestación a cargo de una red estudiantil asentada en Chiriquí y un proyecto para la construcción de canchas deportivas en Colón.
“Cualquier persona con una idea y que precise de financiamiento puede aplicar”, dicen las especialistas, quienes recomiendan como primer paso fijarse un presupuesto realista.
Lograr un crowdfunding de éxito no es fácil, y no siempre las personas dan sin esperar nada a cambio.
Por eso, hoy figuran campañas con diversos formatos de participación, como de recompensas y de equidad, que le prometen al donante una especie de retorno o premio sobre su inversión.

