El viajero que decida embarcarse en un recorrido por Chile se sorprenderá al saber que cambiar la ciudad por la montaña toma menos de una hora.
A tan solo 36 kilómetros de Santiago, la cordillera de los Andes, imponente y mística, alberga en sus desniveles distintos centros de esquí que durante la temporada de invierno, entre junio y agosto, son epicentro de actividades obligadas para la comunidad chilena y el turista aventurero.
Entre los más representativos está el de Farallones, un destino predilecto para realizar, por ejemplo, esquí, snowboard, ski randonee y tubing. Farallones tiene una escuela de esquí y snowboard ideal para aquellos que quieren experimentar, por primera vez, la emoción de deslizarse sobre la nieve con el frío viento soplando sobre el rostro.
Este centro también es hogar de El Montañez, un restaurante de calidad premiada donde la actividad nocturna atrae incluso a visitantes de otros centros de esquí de la localidad.
A unos cinco minutos de Farallones, pasando por curiosos conglomerados de edificios en medio de la cordillera nevada, el viajero llega a El Colorado, un centro para aquellos deportistas que no le temen a curvas más pronunciadas.
La ventaja de su cercanía con la ciudad de Santiago es que el turista puede subir a la cordillera a pasar el día entre la nieve, divisando cóndores a lo lejos y bebiendo pisco sour en medio de la nada, o decidir pasar la noche, el fin de semana o hasta la temporada entera en la cima.
Power Lodge, Lodge Mirador, Hotel Farallones, Hotel La Cornisa y Hotel Apart Aspen son algunas de las opciones a las que puede acceder el visitante que se hospede en la cordillera.