ROMA, Italia. El Papa Francisco ha exclamado que “el hambriento nos pide dignidad, no limosna”, al tiempo que ha llamado la atención sobre la obligación moral de compartir la riqueza del mundo, durante su intervención en la Plenaria de la Segunda Conferencia Internacional de Nutrición en la FAO.
Por primera vez en su pontificado, el pontífice visitó la sede de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés), acompañado del secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
El Papa ha subrayado que “ninguna forma de presión política o económica que se sirva de la disponibilidad de alimentos puede ser aceptable”. “Tal vez tal vez nos hemos preocupado demasiado poco de los que pasan hambre”, expresó.
Durante su discurso, que pronunció en español, ha denunciado que las presiones políticas y económicas amenazan a la que ha llamado "Hermana y Madre Tierra". De manera improvisada y sin seguir lo que estaba preparado, ha hecho un llamamiento para proteger la naturaleza y ha advertido de las consecuencias que conlleva su descuido.
“Dios perdona siempre, el hombre perdona, a veces. La tierra no perdona nunca”, advirtió. Ante numerosos jefes de Estado y de Gobierno, responsables nacionales de las políticas del sector agrícola, sanitario y otros ministerios, ha exhortado a que “se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino también la contributiva y la distributiva”.
El pontífice habló en la Asamblea General Plenaria después de la Reina Letizia de España y después de que el secretario general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, agradeciera su presencia, que calificó de “histórica”.
“Vivimos en una época –dijo Francisco– en la que las relaciones entre las naciones están demasiado a menudo dañadas por la sospecha recíproca, que a veces se convierte en formas de agresión bélica y económica, socava la amistad entre hermanos y rechaza o descarta al que ya está excluido”.
Frente a estos problemas el pontífice ha llamado a los gobiernos a buscar la justicia de modo concreto y no solo teórico.
“En esta perspectiva, espero que, en la formulación de dichos compromisos, los Estados se inspiren en la convicción de que el derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por su sujeto real, es decir, la persona que sufre los efectos del hambre y la desnutrición”, clamó.
En este sentido, denunció que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la “prioridad del mercado” y por la “preminencia de la ganancia”, que -según relató- “han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera”.
