El coreógrafo español Akira Yoshida, de 32 años de edad, se encuentra en Panamá con motivo del Festival de Danza Contemporánea Prisma, que se desarrollará hasta el domingo 16 de octubre. El artista presentará este 8 de octubre (4:30 p.m. en el Biomuseo) y 9 de octubre (8:00 p.m. en el estudio de danza Xielo de la compañía Gramo Danse) la pieza Burial Of The Bark. Tres días después, el 12 de octubre, interpretará Hidden en conjunto con la compañía española de danza Lali Ayguadé Company en el Teatro Nacional.
Esta es la segunda vez que visita el país y, en esta ocasión, se mostró maravillado no solo por su visita al canal interoceánico, sino también por los paisajes naturales y urbanos que ofrece una ciudad transístmica asentada en el trópico como Panamá.
Las obras que viene a presentar en esta undécima edición del Festival Prisma son un reflejo de la vida misma. Burial Of The Bark tiene en el centro de su trama a un personaje que perdió el contacto con la realidad que le rodea y que pareciera ir sin rumbo a ninguna parte. El único propósito del personaje es sentirse comprendido mientras sigue ese camino incierto.
Yoshida cuenta que esta coreografía es autobiográfica en el sentido de que su vida es como si fuese la de un viajero que siempre camina con la maleta a cuestas.
“Es un poco lo que le pasa a este personaje por dentro. Sus demonios, su amor, su felicidad y su infelicidad. Ese es el mensaje que acompaña a un viajero solitario. Una maleta y una pequeña escenografía en la maleta actúan como sus compañeros, por así decirlo, y todas aquellas características que los personifican son, de alguna forma, un reflejo de sí mismo. Así como hay momentos como amor u odio con esos objetos, es verdad que esos objetos no sienten. Entonces es como algo que roza entre lo melancólico y lo absurdo en una persona que habita en una realidad ficticia”, explicó.
El coreógrafo aseguró a La Prensa que él no trabaja sobre una idea para crear algo en específico, sino que busca dejar un espacio abierto en el que la intuición y el juego son los dos ingredientes principales. “Voy creando cosas y digo ‘¡caray!, es esto lo que estoy creando’ y empiezo a descubrir sobre lo que estoy hablando a medida que lo voy creando”, agregó.
Hidden se adentra en cómo las enseñanzas y los cuidados que se reciben de pequeño influyen, mal o bien, en el desarrollo del ser humano y cómo el favoritismo y el abuso juegan en contra del desenvolvimiento armónico de un individuo. “Esta es una historia en la que se refleja cómo los demonios y los traumas se vuelven en contra tuya, así como los momentos en los que nos sentimos felices e indestructibles y las inseguridades que tenemos todos. Es un viaje por todas estas emociones”, comentó.
Una pasión intacta
Yoshida, de 32 años, empezó con el breakdance a los 14 años de edad en su natal País Vasco. Recuerda entre risas que sus padres siempre dejaban que él hiciera lo que quisiera siempre y cuando cumpliera con sus estudios y sacara buenas calificaciones. Terminó la universidad a los 22 años y a partir de ahí decidió establecerse una rutina en la que inicialmente bailaba por dos horas a la semana y progresivamente empezó una carrera profesional con la que llegó a competir obteniendo más de 60 premios en España, Francia y Austria a lo largo de su trayectoria.
A los 23 años de edad comienza una transición a la danza contemporánea y las artes escénicas y realizó sus estudios artísticos en Salzburgo, Austria, gracias a una beca otorgada por el gobierno regional de Navarra.
La ruta profesional de Yoshida está trazada en su participación con las compañías internacionales como Hungry Sharks, Roberto Oliván, Julyen Hamilton, Yoann Bourgeois, Physical Momentum y Lali Ayguadé Company. También alterna su trabajo participando en otras giras con otras compañías de danza y talleres de todo el mundo como B12, Deltebre Dansa, Kalamata International Dance Festival, Flip Helsinki y Portugal Summer Intensive, entre otros.
Su faceta docente -que también la está desarrollando en el Festival Prisma- la concibe de una forma en la que busca otorgarle a sus estudiantes la información necesaria sobre una idea para que entonces ellos, por su cuenta, saquen sus propios elementos y desarrollen su propio proceso creativo.
Cuenta que el disfrute que le otorga hacer lo que más le gusta es el aliciente para seguir creando e interpretando todos los días. “Me siento muy afortunado”, dijo.
