Al hablar de bicicletas compartidas, China siempre sale a colación. Y no es por menos, se estima que en el país existen unas 10 millones de bicicletas compartidas, y una cantidad aún mayor de usuarios.
Pero esta fórmula de transporte, en la que se pueden alquilar distintas bicicletas para desplazarse a su antojo por la ciudad, va más allá de una simple moda y se está volviendo una necesidad, o una opción, para los problemas de transporte que existen alrededor del mundo. Dichos inconvenientes incluyen acceso, costo, calidad de vida, contaminación, entre otros.
Si bien, las bicicletas compartidas no son el único medio de transporte sostenible que se puede implementar, es uno de los que más terreno está ganando. Varias compañías chinas, como Mobike, ya han expandido el modelo utilizado en China a países como Inglaterra, Italia o México.
Mientras, ciudades latinoamericanas, como Bogotá (Colombia), la cual es una de las ciudades latinas con más kilómetros de ciclovía, este año estrenó su sistema de bicicletas compartidas. Solo por mencionar algunos ejemplos de países que buscan darle nuevas alternativas a las personas para desplazarse.
El lado ecológico
Quizás el mayor atractivo de esta forma de movilización es el impacto positivo al medio ambiente. Datos del The National Center for Biotechnology Information (Estados Unidos) señalan que las emisiones de gramos de dióxido de carbono (por persona) en auto son de 501, en metro, 60, y en bus, 20, Las bicicletas generan 0.
Según el medio CGTN, en ciudades chinas como Meituan, los usuarios de bicicletas compartidas han reducido las emisiones de dióxido de carbono en 1,187 millones de toneladas, lo que equivale a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono de 270 mil vehículos privados en un año.
Además, muchas de las partes que dejan de funcionar son recicladas, como las llantas de poliuretano, que son destinadas a la construcción de campos deportivos en escuelas ubicadas en pueblos.
Al modo chino
Manejar bicicleta en las calles de Pekín es una aventura. La cantidad de autos, motos, personas y otras bicicletas puede llegar a ser abrumadora. Pero una vez vencido el miedo a un aparente inevitable accidente vehicular, esta forma de transporte se convierte en una conveniente alternativa para los ciudadanos, y para los turistas se vuelve la mejor manera de conocer la ciudad.
Usarlas es muy sencillo. Solo necesita alguna de las aplicaciones disponibles y seleccionar la bicicleta de dicha app, reconocible por su color. Por ejemplo, en el caso de AliPay las bicicletas que puede usar se diferencian por su color azul. Escanea el código QR que se encuentra en la bicicleta y realiza el pago (únicamente de forma electrónica). Generalmente, no rebasa los 40 centavos de dólar por hora. Una vez se hace la transferencia, el candado de seguridad que se encuentra en la llanta trasera se abrirá automáticamente y podrá utilizar el vehículo.
Dentro de la aplicación encontrará un mapa que le muestra su posición en la ciudad, así como lugares donde puede encontrar bicicletas disponibles.
Pekín adaptó las calles para que los ciclistas logren convivir con autos y peatones, y la mayoría de las avenidas cuenta con ciclovías y la debida señalización. Aún cuando el tránsito es más pesado, por extraño que parezca, logra haber una sincronización entre todos los ciudadanos sin importar cómo se desplacen, por lo que los accidentes son escasos. Y cuando se llegan a dar, ambas partes se detienen para asegurarse de que el otro se encuentra bien y de no haber mayores inconvenientes, siguen su camino.
Pedaleando lento
Pero no todo ha sido éxitos en esta cruzada por un transporte verde. Desde su incursión en 2017, el negocio de las bicicletas compartidas en China ha tenido sus tropiezos.
En Pekín, algunos usuarios recuerdan que al inicio no había tanto orden, que el número de compañías que ofrecían el servicio, así como de bicicletas disponibles era mucho mayor a las tres actuales, por lo que los vehículos se aglomeraban en las calles, impidiendo el libre tránsito. Tampoco había conocimiento general sobre su correcto uso, y eran usuales reportes de vandalismo.
Sumado a acusaciones de competición desleal por parte de algunas empresas, aunque finalmente la pandemia hizo que muchas de las empresas dedicadas a este negocio cerraran y miles de estos vehículos quedaran convertidos en chatarra.
Encaminando
Hoy día, después de procesos de aprendizaje y depuración, las bicicletas compartidas tienen un nuevo orden. Hay lugares específicos en la ciudad donde poder tomarlas y dejarlas. A través del uso de big data, las empresas logran posicionarlas y ordenarlas de forma más eficiente por la ciudad. Además, hay un constante trabajo de limpieza, reparación o sustitución de las bicicletas que están en mal estado.
Los usuarios continúan aprendiendo modales y sana convivencia en las calles a bordo de las bicicletas, convirtiendo a China en un ejemplo de que con disposición todos pueden tener un lugar seguro en las vías.
