Se calcula que más de 35,000 especies de plantas y animales están en peligro de extinción en el mundo y alrededor 2,000 se encuentran en Panamá. Con estos datos, la conversación y protección son más que imperiosas, sobre todo si se tiene en cuenta que unas 150 especies se extinguen cada día.
De allí que noticias como el descubrimiento de dos nuevas especies de serpientes caracoleras en el istmo sean motivos de celebración y esperanza.
Se trata de la Sibon canopy, que se distribuye desde cerro Campana hasta la frontera con Costa Rica en la serranía de Talamanca, y la Sibon irmelindacaprioae, que se encuentra desde la serranía de Majé y cerro Chucanti (localizados al oeste de Panamá) hasta Colombia.
El estudio de investigación fue realizado por el biólogo ecuatoriano Alejandro Arteaga, beneficiario de la expedición Discovery Club de Exploradores, y el biólogo panameño Abel Batista, investigador de la Universidad Autónoma de Chiriquí, Panamá, y del sistema Nacional de investigación Nacional SENACYT-Panamá y miembro de la fundación Los Naturalistas.
Dicha investigación recopila datos desde el 2012, cuando se iniciaron una serie de expediciones en el tapón del Darién, una de las zonas con mayor biodiversidad del trópico. Con este descubrimiento se incrementa de 155 a 157 el número de especies de serpientes conocidas para Panamá.
“Aún desconocemos nuestra riqueza natural y allá en los bosques hay muchas especies que no han sido descritas y, si no las conocemos, podríamos nunca conocerlas si como seres humanos continuamos con la alteración de sus hábitats”, comentó Batista.

Características
Estas especies se caracterizan por ser alargadas y delgadas; su patrón de color es rojizo con manchas irregulares de un color más claro; los ojos son grandes y rojos, y la pupila es vertical, adaptada para visión nocturna. Es muy poco lo que se conoce sobre su reproducción.
Ambas cumplen un rol importante dentro de la biodiversidad del país, ya que forman parte de la cadena alimenticia y pueden controlar las poblaciones de babosas y caracoles (algunas especies de babosas y caracoles podrían llegar a ser plagas para cultivos). De igual manero, contribuyen al flujo de nutrientes en todo el ecosistema
Amenazas
Por desgracia, ser descubierta no significa que una especie esté libre de peligros. Si bien no hay estimados de individuos para estas serpientes, los expertos sugieren que la Sibon canopy se considere como una especie amenazada, ya que su distribución es menos de 10 mil km2 y cerca del 40% de su hábitat está destruido.
Por otro lado, también consideran que la Sibon irmelindicaprioae debe ser incluida como una especie amenazada, porque la mayor parte de su hábitat ha sido convertido a pasto.
“Desde que inicié mis exploraciones en las montañas de Panamá, tengo la percepción de que las serpientes caracoleras cada vez son menos abundantes, incluso en áreas de montaña virgen, como en el tapón del Darién, por ejemplo”, comentó Batista, que compartió su preocupación por los efectos negativos inminentes que sobre estas especies tienen la pérdida del hábitat, el cambio climático y las enfermedades parasitarias emergentes.
Otro gran peligro para esta y otras especies es la minería a cielo abierto, que junto con otros factores deteriora el hábitat, ya que requiere grandes cantidades de bosques que puede llegar a destruir el hábitat de una población entera y también contribuye a la fragmentación de los bosques dificultando la conectividad.

