Cientos de personas comenzaron este lunes a despedir a la bailarina Joan Jara, viuda del conocido cantautor chileno Víctor Jara, quien murió el domingo a los 93 años tras una vida dedicada a la danza y la búsqueda de justicia y reparación para su marido, torturado, mutilado y asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989).
Un acto de calor y fervor ciudadano al que también participó el presidente de la República, Gabriel Boric, y en el que más allá de su conocido papel como activista política, se quiso reivindicar su figura como bailarina e impulsora de la modernización y el desarrollo de la danza en Chile.
“Una mujer que luchó toda su vida por la justicia, por el arte. Y que hoy día se merece este homenaje, pero además continuar con su legado. Y eso es lo que nosotros hoy día venimos a manifestar acá, nuestra voluntad como estado de que su legado por justicia, por derecho humano, por la importancia del arte y de la cultura, de la danza en particular, es algo que vamos a mantener”, dijo Boric ante una nube de micrófonos.
En la misma línea se pronunció una de las portavoces de la Compañía de Danza Espiral, que la propia Joan contribuyó a fundar a su regreso del exilio y en cuya sede se instaló una capilla fúnebre a la que no se dio acceso a los periodistas.

Legado como bailarina
“La empezamos a visibilizar como artista. Porque Joan por supuesto está asociada al ámbito de los derechos humanos, como activista política, pero tiene este otro lugar donde ella paralelamente iba generando aportes profundos al desarrollo de la danza en Chile”, dijo la portavoz a los medios.
“Siempre generó espacios para recibir a todos los bailarines y bailarinas que estábamos en Chile, un poquito sin saber qué hacer, agrupándonos, en tiempo de dictadura, y ella fundó Danza Espiral y ahí se fueron formando profesores que llevaran la danza a las poblaciones y dar un poquito de esperanza a la gente”, agregó.
Al hilo de este argumento, la portavoz aseguró que Joan “tenía esa misión, llevar la danza a todos los territorios. El legado de Joan va más allá de querer desarrollar una técnica de danza, sino (que es) una forma de sentir, de comunicarse, de escuchar al otro, de escuchar a la sociedad, de conectarse con la gente. Su tarea fue muy importante para la formación, para abrir espacios. Creo que con el tiempo se va a ir entendiendo más todavía”.
“Tenía esa particularidad, sus clases sanaban, sus clases eran mágicas, generaban una imagen de cariño, de conexión con uno mismo, de reconocerse como personas. Sobre todos los niños, a ella le importaba mucho que la danza llegara a los niños, a los colegios, a las poblaciones, a los centros comunitarios, que la danza no fuera un arte para elite”, cerró.
Según fuentes cercanas a la familia, está previsto que Joan sea inhumada el miércoles en el cementerio general de Santiago junto a su esposo Víctor Jara.
