El 22 de enero de 1973, la Corte estadounidense estableció en su decisión “Roe contra Wade” que el derecho al respeto de la vida privada, garantizado por la Constitución, se aplicaba al aborto.
En una querella interpuesta tres años antes en un tribunal de Texas, Jane Roe, seudónimo de Norma McCorvey, madre soltera embarazada por tercera vez, atacó la constitucionalidad de la legislación texana que criminalizaba el aborto.
La Corte asumía la cuestión meses después por un recurso de Jane Roe contra el fiscal de Dallas, Henry Wade, y por otro de un médico y el de una pareja sin niños que querían practicar o someterse a una interrupción voluntaria del embarazo legalmente.
Tras haber escuchado a las partes dos veces, la Corte esperó a las elecciones presidenciales de noviembre de 1972 y a la reelección del republicano Richard Nixon para decidir (siete votos a dos).
Reconociendo la “naturaleza sensible y emocional del debate sobre el aborto, los puntos de vista rigurosamente opuestos, incluso entre los médicos, y las convicciones profundas y absolutas que la cuestión inspira”, el alto tribunal anuló las leyes de Texas.
La decisión, que marcó jurisprudencia en una mayoría de estados donde había leyes similares, estipula que “el derecho al respeto de la vida privada, presente en la 14ª enmienda de la Constitución (...) es suficientemente amplio para aplicarse a la decisión de una mujer de poner fin o no a su embarazo (...) Una ley del tipo de la de Texas que hace del aborto un crimen salvo cuando la vida de la madre está en peligro, sin tener en cuenta el estado del embarazo ni otros intereses en juego, viola la 14ª enmienda de la Constitución”.
