Enrique Jaramillo Levi: Ya desde su título, el más reciente libro de cuentos del colonense Enrique Jaramillo Levi (1944), es de una pedagogía narrativa que no debemos perdernos. Autor de más de una treintena de libros y colecciones de cuentos, presenta en estos días su más reciente obra, publicada en Granada, España, bajo el sello de la Editorial Nazarí, La verdad sea dicha y otras mentiras verdaderas, donde podemos encontrar 38 nuevos cuentos, en los que el autor de Duplicaciones vuelve a darle una vuelta de tuerca a su oficio mayor de cuentista.
Estos cuentos, muchos de ellos de índole fantástica, ocurren en escenarios cotidianos, el Parque Omar, el cerro Ancón, Panamá está presente en la obra (léase Incidente bajo la lluvia), sin traicionar las coordenadas, y esta es la primera lección, la de coherencia con lo narrado, que en estas ficciones, y como suele ocurrir en el resto de la obra de Enrique, es de una autorreferencialidad que nos enseña que el cuento es un género que se nutre de sí mismo, y que cada adorno y exceso termina por distraer a lector de lo que se cuenta, produciendo al final un efecto de inconsistencia narrativa que hace fracasar la historia.
En cuentos como Sin querer queriendo o Efecto final, una vez más, observamos la capacidad metaficcional de muchos textos de Jaramillo Levi, que nos muestra de alguna forma los mecanismos del género. Cuentos como este citado podrían antologarse de su vasta obra para convertirse en un manual para cuentistas, que podría perfectamente acompañar a sus ensayos sobre escritura y el oficio de escribir.
Otra cosa que encontramos en los cuentos de La verdad sea dicha y otras mentiras verdaderas, es la capacidad que tiene el autor para seguir encontrando en la naturaleza humana espacios para seguir escribiendo sobre ella. Cuando parece que se ha dicho todo, vuelve a sorprendernos con cuentos como Yo sí sé la verdad (sobre el narcisismo pasivo-agresivo), el maltrato hacia las mujeres (Alma en pena o el desafiante, Luto), o la corrupción, en Up to date. A la mirada hábil del autor, hay que sumar la técnica, el trazo consciente y experto de quien lleva años en el oficio de escribir cuentos, y, en este sentido, el cuento Hibridación, es un aviso a navegantes.
Otra lección, como advertíamos al principio, es la necesaria capacidad de hacer verosímil lo que es mentira, que es lo que apunta el título. Mientras algunos se esfuerzan por transmitir la verdad de la Historia, autores como Jaramillo Levi hacen verosímiles situaciones que pertenecen al género fantástico, y que de alguna forma fijan verdades del ser humano mucho mejor que los realismos (mágicos o no), que muchos escritores se empeñan en defender o afirmar. Y hay que admitir que, de nuestros cuentistas nacionales, Enrique es uno de los que mejor lo ha hecho.
Pero si una lección ofrece este libro, sin querer queriendo, está en el penúltimo de los cuentos, Regresión, que es el más largo de todos (33 páginas). El último tiene la distancia de los anteriores, entre dos y tres páginas más o menos. ¿A que se debe? Creo que se deja ver perfectamente que el alma del cuento no está en su extensión, sino en su tensión. Lo que nos mantiene junto al autor durante 33 páginas es, sin duda, un artificio narrativo: la suspensión del tiempo. Para mí, este es un grandísimo acierto narrativo (que se ve en otros libros suyos, como Luminoso tiempo gris) y una muy jugosa lección para los que escriben cuentos: técnica, técnica, técnica, que se consigue por ensayo y error después de muchas lecturas. Estos destellos de maestría son los que pueden ayudarnos a conocer mejor el arduo oficio de escribir buenos cuentos.
No dejen de leer esta nueva obra de Enrique Jaramillo Levi, que volverá a sorprenderles con esta colección de cuentos, y es una buena puerta de entrada para conocer al autor y el resto de su obra que les va a resultar muy atractiva; y para los nuevos escritores será un semillero de lecciones del oficio de escribir. Una obra extensa y profunda que ya es patrimonio fundamental de las letras nacionales.

