Juan Carlos Márquez: ‘Autoficción’

Juan Carlos Márquez: ‘Autoficción’
Autoficción, responde que sí, que la vida es literatura, que la literatura ilumina la vida para que la existencia sea más risible, más llevadera. Cortesía


Cuando nos asomamos a una historia bien contada, que te asalta por cada esquina, que te mece y estremece con buen ritmo y te lleva hasta el punto final casi sin darte cuenta, dejándote en el desamparo de tus propias reflexiones o partido de risa por cómo terminó todo, casi podemos hablar de milagro literario. Y aunque parezca exagerado, leído lo leído, hay muy pocos escritores capaces de obrarlo.

¿De qué trata la literatura si no de nosotros mismos? Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967), vuelve con un libro de cuentos que pretende (y consigue) responder a esa vieja pregunta. Autoficción (Aristas Martínez, 2021), está compuesto de 10 cuentos que son, entre otras cosas, un asomo, un balcón desde el que podemos mirarnos transitar por un mundo con tonos en sepia, (Buzo), oscuros (La sensación del parque o Geografía) y hasta luminosamente surrealistas (Circular).

Los cuentos de Márquez tienen la capacidad de hacernos ver lo complejo en imágenes que son de una sencillez extraordinaria. La brevedad de Firme aquí, su tono jocoso y de aparente broma (una mujer va a empeñar a su cuñado porque no lo soporta), contrasta con algo más serio: muchas veces nosotros somos ese cuñado perfectamente devolvible. Nos asoma, eso hace el autor, a la trastienda de nuestra supuesta libertad de expresión y estrechez de miras. Cuando parece que todo es gracioso, el cuento nos acerca a quienes somos.

Otro elemento en la escritura de Juan Carlos, es la precisión en las atmósferas que crea. Y siempre con elementos muy sencillos, con una limpieza frondosa, con un color que permite que los personajes resalten de un modo justo. Esto lo vemos en Vaduva, en el que desde la primera línea ya empieza a perfilarse el escenario y la atmósfera. Son apenas cinco páginas, pero lo mismo ocurre en el cuento más largo, La sensación del parque (27 páginas), en el que nos vemos sumergidos en la historia de un psicópata que tiene secuestrados a tres amigos. La atmósfera es muy neutra, perfecta para que las emociones de los personajes y su búsqueda de una solución (escoger cuál de los tres debe morir) se conviertan en lo único que los lectores veamos, pero nunca dejas de tener la sensación de que algo mucho más grande se está moviendo.

Todos los cuentos esconden un efecto tragicómico que hace que se te queden atados a la mirada. Pasa igual con los de su libro Llenad la tierra (Menoscuarto, 2010). Hay algo de cariñoso/hostil, algo de tan como somos de verdad, que nos dibuja una sonrisa emocionada, o nos morimos de risa (lean Firme aquí), o tenemos ganas de consolar al profesor rudo de Geografía, uno de los mejores de libro, junto con mi favorito, Buzo, que es un hermoso retrato de la capacidad de sacrificio de los padres, y que tiene como escenario la España franquista.

Redes sociales, es, en este contexto digital en el que nos movemos, uno de los más sugerentes. Poco a poco, asistimos a la presencia entorno a la pareja protagonista de sus seguidores en redes. Todo es extrañamente normal hasta que, como sucede en nuestras relaciones virtuales, los seguidores se convierten en haters. Un cuento que conecta con la idea de la famosa Black Mirror, una pesadilla brillante de un futuro que es ahora mismo.

La obra de Juan Carlos Márquez crece, su mirada se aguza y su oficio promete seguir dándonos más cuentos como estos, cargados de fina ironía y un cáustico humor que los convierten en dispositivos que dinamitan convenciones y convicciones. Márquez es uno de los referentes en la actual narrativa española que no debemos dejar de leer. Con este excelente libro de cuentos, volvemos a tener la oportunidad de entrar en contacto con una obra sólida y muy meditada, que invita a una alegría inteligente y reflexiva.

Autoficción, responde que sí, que la vida es literatura, que la literatura ilumina la vida para que la existencia sea más risible, más llevadera. Responde que hay profesores frustrados que consolar, que algunos viejos en el bus pueden ser de lo peor, que la vida de una tienda de ropa y sus dependientas da para más de un drama (Textil). Estos cuentos confirman que, en manos de un buen escritor como Juan Carlos Márquez, todos podemos asomarnos al fondo de quienes somos en realidad: sí, la literatura a veces es un pequeño milagro.


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