La chispa que da como resultado el documental panameño Tito, Margot y yo fue una conversación que tuvieron un sábado del año 2016, las directoras Delfina Vidal y Mercedes Arias con uno de los principales promotores de la lectura en nuestro país: el profesor universitario y escritor Ricardo Arturo Ríos Torres (1935-2021).
El autor del ensayo La magia del Quijote (2006) tenía un Club de Lectura en la hoy desaparecida librería Exedra Books (ubicada en Vía España). Fue allí donde las incentivó a que llevaran a la pantalla grande una de las historias de amor más interesantes del siglo XX: la relación entre el diplomático y periodista panameño Roberto Tito Arias (1918-1989) y la bailarina británica Dame Margot Fonteyn (1919-1991).
“En ese momento yo no tenía conocimiento que Tito era tío de Mercedes. La tarea a partir de allí fue convencerla de que teníamos que contarla”, recuerda Delfina.
Un día el padre de Mercedes le manda a su casa un paquete más que especial. “14 álbumes de fotografías familiares tomadas durante mi infancia y constaté que la mayoría de ellas eran con mi familia materna. Sentí que no tenía otra opción que aprender más sobre mi familia paterna”.
Gala de clausura
Las chicas hicieron su tarea. El resultado de sus indagaciones lo apreciaremos este domingo 4 de diciembre, a las 3:30 p.m., al ser proyectado Tito, Margot y yo (Panamá, 2022, 93 minutos) en el Ateneo de la Ciudad del Saber durante la Gala de Clausura de la versión 11 del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá).
En el 2015, Delfina y Mercedes presentaron en el IFF Panamá Caja 25, un documental centrado en cartas escritas por trabajadores que hicieron posible el Canal de Panamá y que ganó los premios Revista K a mejor documental y Mejor Película de Centroamérica y el Caribe.

Magnetismo
A Mercedes le contaron que cuando Tito leyó la novela The Prince (1972), del estadounidense Richard Koster, en la que el personaje principal quizás estaba inspirado en él, la respuesta de su tío fue “que no concordaba con la descripción del personaje, ya que él no era ni tan santo ni tan diablo”.
A la sobrina sus adultos describían a Tito como “un hombre lleno de magnetismo, inteligente, leído, ambicioso y controversial, pero lo descubrí como un hombre de letras, hasta poeta, tierno, familiar y divertido que tuvo que aprender a no tomarse la vida tan en serio”.
Para Mercedes rodar este documental fue adentrarse en la vida de dos personalidades a las que vio una sola vez. “Fue un poco como abrir esa caja de Pandora donde puedes auto justificarte y hasta juzgar, pero más allá de todo, significó reencontrarme con mi álbum familiar”.
Entre las amistades de Tito Arias están el estadista Sir Winston Churchill, el actor John Wayne, la soprano María Callas y el magnate Aristóteles Onassis. “Era excepcionalmente culto, que se codeó con el jet set internacional, granjeándose amistades y conexiones que le durarían toda la vida”, rememora Mercedes.
Tito y Margot se casaron en 1955. “Se conocen de jóvenes en Inglaterra, y fue amor a primera vista. Dar detalles sería tremendo ‘spoiler’ (revelar algo importante)”, comenta entre risas Mercedes.
¿Qué encontró Margot en Panamá que amó tanto? Delfina brinda la respuesta. “En varias entrevistas que le realizaron en Inglaterra, Margot siempre hablaba con amor de esta tierra, a tal punto que decide no regresar a morir a Inglaterra, a pesar de haber sido una petición de la Reina Isabel II, al enterarse de la enfermedad que ella padecía.
Margot le responde en una carta que uno no decide dónde nacer, pero sí dónde morir, y su deseo era morir en Panamá y ser enterrada junto a Tito”.
“Margot estaba enamorada de Panamá, del trópico, del mar, de la gente, especialmente de su finca La Quinta Pata (ubicada en El Higo de San Carlos), donde sus vacas, gallinas, y perros tenían nombres”, anota Delfina.
A Margot, añade Delfina, le encantaba todo lo relacionado con Panamá. “Disfrutaba su verdor, la comida, las conversaciones y asesoramientos con las bailarinas panameñas a las que ella apoyó profesionalmente como Brenda Arias (estudió en la Academia Vagánova de Ballet y ha sido docente por décadas) y Gloria Barrios (bailó para el Ballet Nuevo Mundo de Caracas y en la actualidad es la directora del Ballet Nacional de Panamá), entre otras”.
Delfina resalta el paralelismo que hay entre dos manifestaciones artísticas que saben expresar la belleza: el cine al capturar las imágenes en movimiento y la danza que crea movimientos con el cuerpo humano.
“El gran desafío fue construir escenas creativamente, lo que llamé performances, que hicieran aún más bello esos momentos que vivió la pareja. Esto lo logramos de la mano de la bailarina panameña Maruja Herrera y del bailarín del Royal Ballet, Valentino Zuchetti, quienes entendieron muy bien las ideas que teníamos de retratar el amor, la tragedia y la historia personal de Tito y de Margot en cada uno de los ocho performances que forman parte del lenguaje audiovisual de este documental”.

La investigación
Mercedes es más que consciente que el material de archivo es una de las piezas claves de Tito, Margot y yo. “Esto definitivamente hace de este largometraje una pieza histórica de gran valor. Este fue mayormente adquirido a través de licencias de derecho de autor de diversas casas de archivo. Al ser figuras públicas, existía mucho material y la curaduría se hizo de manera muy minuciosa, enfocándonos en aquellas piezas que pertenecieran a la historia tal como escogimos contarla”.
Buenaventura Medina, el asistente personal de la pareja, también les legó una caja con imágenes y recortes, así como el bailarín Henry Danton, quien falleció en mayo de 2022, les envió por correo sus recuerdos de Margot.
Delfina añade que otra pieza indispensable fue la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, donde encontraron periódicos como La Hora, El Mundo, El Panamá América y Ecos del Valle que documentaron todas las noticias tanto nacionales como internacionales de la pareja.
Otras colaboraciones indispensables fueron los hijos de Tito, Roberto y Querube, “quienes fueron muy accesibles. También entrevistamos a historiadores y amigos de la pareja”, anota Mercedes.
Mercedes admite que no fue fácil llegarle a la familia. “Confieso que en un principio pudo haber desconfianza, pues en muchos otros trabajos anteriores sobre la vida de Tito y Margot, sentían que su participación había sido tergiversada y sus palabras sacadas de contexto. Hablarles con honestidad de lo que pretendíamos hacer fue clave para que se nos permitieran accesos a esos baúles inmateriales”.
