Netflix se sumergió en las guerras culturales de Estados Unidos con un especial del comediante Dave Chappelle calificado de transfóbico por empleados de la propia compañía y que ha metido más leña al debate sobre los límites de la libertad de expresión.
En The Closer, Chappelle, un célebre humorista, afirma que “el género es un hecho” y sostiene que las personas LGBTQ son “demasiado susceptibles”.
“En nuestro país se puede disparar y matar a un hombre negro, pero es mejor que no se hieran los sentimientos de una persona gay”, dice el comediante, que es negro.
Si bien el programa ha sido condenado por grupos LGBTQ, incluido GLAAD, que citó estudios que vinculan los estereotipos sobre las minorías con ataques en el mundo real, Netflix se ha mantenido firme en que no será retirado.
El gigante del streaming se encuentra en el centro de su controversia probablemente más intensa hasta el momento.
Chappelle sigue siendo muy popular, en un momento en que Netflix compite con rivales como HBO y Disney en las llamadas guerras del streaming.
Para esta última propuesta obtuvo un desembolso de 24 millones de dólares de Netflix.
Esta polémica plantea preguntas más amplias sobre el papel de los gigantes del entretenimiento como Netflix en la difusión de mensajes a la sociedad.
“Netflix ya no es una pequeña empresa, es un gran fabricante de contenidos que el año pasado gastó alrededor de 17 mil millones de dólares”, dijo Stephen Galloway, decano de cine y artes multimedia de la Universidad Chapman, con sede en California.
Este es el primer caso en que Netflix está en el centro de una polémica sobre la libertad de expresión, y “ha plantado bandera frente a la limitación de la palabra”, señaló.

