HBO decidió hacer una serie sobre un hombre que usted quizás conozca. Es ridículamente rico y su apellido muy reconocido. Dueño de diversas empresas, incluyendo medios de comunicación. Además, posee importantes nexos políticos y las leyes parecen ser más flexibles cuando de juzgarlo a él se trata.
Su vida transcurre entre escándalos, denuncias, juicios, donde se ven involucrados familiares y allegados. Sus hijos parecen no tener tapujos para declarar en su contra, y sus amigos se muestran fieles, claro, mientras la sombra de su dinero los siga cobijando.
Este hombre, de quien quizás ya tenga una imagen hecha en su cabeza, puede comprar casi cualquier cosa en este mundo, pero solo desea una: poder. Aunque para obtenerlo deba sacrificar lo que sea, y quizás a quien sea.
Y es que Logan Roy, el protagonista de la serie Succession, no solo es una analogía de los hombres ricos y poderosos del mundo, incluyendo los de Latinoamérica, sino que, en esencia, no es una buena persona. Su familia es disfuncional y sus hijos no escapaban de lo moralmente incorrecto. Las personas que rodean a Logan Roy son socialmente juzgables, están dispuestas a muchas cosas con tal de seguir con la vida de lujos y excesos, algo de lo que Roy se aprovecha para imponer su voluntad.
Con este entendimiento, la serie, que actualmente está en su cuarta y última temporada, muestra los últimos años de Logan Roy en el poder de su conglomerado y la necesidad de encontrar un sucesor. El problema principal es que para Logan, no hay ninguno realmente digno.
Para él los negocios son más una carnicería que actos de diplomacia. Sabe que al final todos buscan dinero, y que en un mundo así, el mínimo atisbo de debilidad puede significar perderlo todo. Pero, aunque no le guste aceptarlo, también sabe que los tiempos han cambiado. Que su imperio necesita a alguien que entienda cómo se mueve este nuevo mundo, pero con el carácter suficiente para no convertirse en una presa.
Allí es donde entran en juego sus hijos. Los evidentes primeros candidatos a ocupar su lugar, pero que bajo la mirada de su padre, y con el tiempo de los propios espectadores, no están a la altura de la misión.
Esto en parte por culpa de su propio padre, quien los educó con una corona en la cabeza y que sin su protección, tanto económica como social, no parecen estar listos para afrontar los golpes que la vida puede dar.
Los niños Roy, por describirlos de alguna forma, aunque ya todos son adultos, crecieron con padres ausentes. Luego del divorcio de sus progenitores, su madre prefirió dejarlos bajo la custodia de su padre, pensando en que nada les faltaría y que ella era incapaz de saciar los extravagantes gustos que ya desde pequeños presentaban; mientras que él les proporcionaba cuanto capricho se les ocurría, pero manteniendo una distancia afectiva que aún de adultos se les hace difícil acortar.
Pero esta no es una serie para empatizar con sus protagonistas o para juzgar a quienes están encima de la pirámide económica, sino para, entre otras cosas, mostrar los adentros de una familia poderosa que parece tenerlo todo, que es carente de muchas otras cosas, pero al final siguen siendo una familia.
No hay dudas de que los Roy son personas despreciables. Se preocupan únicamente por ellos y el resto del mundo son subordinados o piezas para sus juegos de poder. Cada uno hará casi cualquier cosa con tal de ser el sucesor de su padre, inclusive atacarse entre sí.
Pero también están rotos por dentro, con inseguridades, debilidades y, sin embargo, con el amor suficiente como para entender que, a pesar de las zancadas que se dan para quedarse con el poder, en ese mundo hostil en el que se mueven solo cuentan con su familia.
Es allí donde Succession destaca como una propuesta merecedora de atención. Quizás, el espectador nunca logre alcanzar los estándares de vida de la serie. Tal vez, se limite a creer que el precio del dinero es el vacío que algunos personajes muestran. Pero si ve más allá encontrará, hasta lo que lleva la serie de emitirse y con algo de suerte hasta el final (por aquello de tener un poco de esperanza en la humanidad, aunque con los Roy cualquier cosa puede pasar), una historia profunda de amor, de perdón y unión. Que sin importar los golpes, las equivocaciones, los pensamientos distintos, la familia es lo principal.
