Sobre el techo de una vivienda al sur de Perú, dos pequeños toros de arcilla parecen mirar con calma el horizonte. Sus pronunciados cuernos contrastan con el azul del cielo, y en sus cuerpos sobresalen adornos y colores no típicos del animal natural.
Si bien, seguro no llevarán en ese puesto de guardia más que unos pocos años, sus antepasados han estado conviviendo con el pueblo andino desde la época colonial; aunque hay historiadores que piensan que incluso pueden provenir de tiempos prehispánicos; y hoy son parte del atractivo cultural de todo el país.
Sobre sus orígenes, hay varias teorías. Desde que fueron utilizados en fiestas como los pagos a la tierra, (un rito que consiste en agradecer a los dioses de la naturaleza por la fecundidad y pe dirle su bendición para las cosechas venideras), en celebraciones de fertilidad de la tierra, o incluso que fueron utilizados como ofrenda al dios Pachacamaq para que acabase con una sequía que azotaba al pueblo de Pucará (Puno).
Lo cierto es que, sin importar su origen, para los peruanos, estas esculturas representan una de las expresiones ancestrales más importantes de su país. Son el recordatorio de la mezcla entre lo andino y lo hispano, lo antiguo y lo moderno, son prueba de un mestizaje que, a pesar del tiempo, se aferra a sus raíces.
“Los toritos de Pucará reflejan la unión entre lo ancestral, lo contemporáneo, así como la conservación de las tradiciones vivas, a través de técnicas y propuestas creativas, especialmente con artesanos peruanos”, comenta el Embajador de Perú en Panamá, Mario López Chavarri.
Y es que más allá de ser llamativos adornos, amuletos de protección, o de la buena suerte, según la creencia de cada propietario, los toritos forman parte activa de la vida peruana. Se utilizan durante fiestas del carnaval, fueron utilizados como cántaros para agua u otras bebidas o diversos rituales. Hoy, se suelen colocar en los techos de las casas, siempre en parejas, para la protección, unión, felicidad y dualidad. “Dentro de la cultura andina siempre todo es mejor en pareja”, explica López Chavarri. Y es que dos toritos juntos, representan el equilibrio y el fin común.
Algo que cabe resaltar, es que sus colores también tienen significados. Por ejemplo, el verde representa felicidad y fertilidad. El blanco la pureza y protección, a su contrario el negro habla del ego. Y los trazos en forma espiral, representan el espiral de la vida, una creencia andina (Ayni) sobre la reciprocidad o el mutualismo.
Pero, a pesar de su historia, años y popularidad, los toritos de Pucará siguen necesitando de las autoridades peruanas para su conservación, y difusión global.
“Hemos desarrollado una serie de normas que protegen a la técnica. Hemos querido promover a los artesanos a través de asociaciones que buscan dar a conocer y resguardar estos conocimientos tradicionales. Además, la ciudad de Pucará ha sido declarada patrimonio de la nación justamente por los toritos”, explica López Chavarri.
Preciso que, como parte de las acciones que toma el gobierno de Perú para salvaguardar estas tradiciones, es que la Embajada de Perú en Panamá presentará la muestra Toro itinerante de Pucará, del 16 de junio al 25 de julio.
Esta exhibición gratuita estará en el Museo de la Plaza Mayor Samuel Lewis García de Paredes, Panamá Viejo, en horarios de martes a domingo de 8:30 a.m. a 4:30 p.m. Contará con alrededor de 20 toritos, de distintos tamaños, además de una muestra fotográfica tanto de otros toritos, como de la ciudad de Pucará y sus artesanos.
“Panamá ha sido testigo de ese paso cultural y de ese mestizaje, justo esta muestra busca promover al torito como esa expresión. Queremos que los panameños conozcan esas técnicas ancestrales y el trabajo de los artesanos andinos”, explica el embajador, adelantando que para el último fin de semana de la exhibición, se tendrá la visita de uno de los artesanos, que impartirá talleres sobre esta técnica de confección, dirigido a todas las personas que estén interesadas.


