Luis Enrique Mejía Godoy es uno de los cantantes más importantes de la canción nicaragüense, no sólo por su incursión en los típicos sones nicas y la canción popular sino por la diversidad de su obra musical, una que lo ha llevado a convertirse en un artista de gran trascendencia en la historia de la música centroamericana al igual que Walter Ferguson (Costa Rica) y Rubén Blades (Panamá).
Luis Enrique igual coquetea con el bolero como baila con el calipso e introduce en sus melodías los ritmos e instrumentos afroamericanos. “No me interesa tener un esquema, un membrete o algo que me limitara, yo soy un hombre con una guitarra, pero me hago acompañar a veces del teclado, del bajo, o de la batería o de todos porque me gusta experimentar con los ritmos que tienen que ver con Nicaragua y América Latina”, afirma Luis Enrique para esta entrevista.
En el año 2023 realizó conciertos por España, Estados Unidos y Centroamérica, y ahora el 2024 lo abre con un concierto en Panamá, un escenario que no pisa desde hace 10 años y al que llega por su compromiso social, que lo ha caracterizado a lo largo de toda su carrera artística.
Un cantante social amante de la paz
Panamá se ha convertido en los últimos tres años en el epicentro de una crisis humanitaria de origen migratorio, 2022 por ejemplo fue un año récord en cuanto a la recepción de personas migrantes provenientes del Darién, al menos 250,000 personas arriesgaron sus vidas atravesando la selva.
Una crisis que se extiende, pues según datos de organizaciones de atención a migrantes, durante el 2023 más de 360,000 personas han ingresado al país, migrantes suramericanos que al igual que Luis Enrique se ven forzados a dejar sus países en busca de libertad o mejores oportunidades.
“Me interesa dentro de lo posible apoyar absolutamente a todos los tipos de migrantes, no importa si vienen de Venezuela o de Brasil, si salen de Honduras hacia Estados Unidos, de Nicaragua hacia Europa no me importa, yo sé lo que es migrar, tuve un exilio en los años 70 en Costa Rica, y sé la importancia que tiene la solidaridad humana, más que la política”, afirma Luis Enrique, quien continua considerándose un cantautor social que cree en la democracia y la libertad de los países y la lucha de los mismo para alcanzarla.

Su visión al igual que sus canciones “tienen que ver con la lucha por la libertad, la democracia y los derechos humanos” por eso está convencido que cada ciudadano, hombre o mujer, debe aportar a estas luchas desde sus propias trincheras y él como un cantautor centroamericano lo hace desde sus canciones las que hablan de desigualdad, de abusos de poder y del derecho a la vida digna.
Un compromiso que el martes 23 de enero pondrá a Luis Enrique Mejía Godoy en el teatro Ateneo de Ciudad Panamá, para reunirse con un público latinoamericano que llegará a recordar éxitos de su autoría como “Pobre la María” (1993), entre un rico repertorio de mezclas musicales que saben a tierra, mestizaje, afro descendencia e indigenismo, en un contexto en el que tantas realidades complejas afectan a Centroamérica y que para este cantautor nicaragüense “nos obligan a ser más humanos”
Luis Enrique con dos exilios en su vida personal y musical habla con propiedad sobre las desigualdades de la migración forzada e irregular y reconoce que este es un desafío para los países receptores. “Es duro para los países poder recibir y tener condiciones para los miles de migrantes que están surcando Centroamérica, es un reto complejo”, señala, pero también reconoce que el reto no puede obviar la protección de las personas migrantes y en esta línea sellará su compromiso con el publico panameño y a través de sus canciones.
Un artista multifacético, sin membretes, sin fronteras ni etiquetas
Luis Enrique muestra emoción durante esta entrevista, llegar al público panameño después de tantos años es también un reto, pero confía en la memoria de las personas y la fuerza de las canciones a las que considera son “un éxito cuando se quedan en la mente y marcan los corazones de las personas, eso hace que la canción no tenga frontera, que inclusive no tenga nacionalidad”.
Sus composiciones han sido tocadas en el mundo, por distintos artistas, acentos y ritmos y eso lo hace estar claro que Panamá lo recibirá con un público diverso, de amigos que ya lo esperan, de compañeros músicos que le acompañarán en el escenario, de viejos fanáticos y de los y las nuevas curiosas que les gusta descubrir los sonidos de Centroamérica y a los que también recibirá con sus pinturas y dibujos.
“También dibujo y pinto y llevo algunas de mis obras para que las conozcan”; pinturas y dibujos que como su música no se limitan, en ellos la melodía la marcan los colores vivos de sus obras, mezclados como la magia de una selva latinoamericana donde la luz combina con belleza la amalgama de los colores vivos que tanto cautivaron a nuestro pueblos indígenas y afrodescendientes.


